En los últimos tiempos, los medios de comunicación nos vienen bombardeando con el ya famoso “Estatut” de Cataluña, que está en el Tribunal Constitucional para constatar si está conforme a la Constitución. En realidad, el “Estatut” ya entró en vigor en Cataluña, pero no es cierto lo que dicen los nacionalistas que sea la voluntad de la sociedad catalana libremente expresada. El referéndum tuvo sólo una participación del 40%, de cuyo porcentaje sólo un poco más de la mitad voto Sí.
Hay un concepto, el de que Cataluña es una nación, que conviene leer con cuidado. Nación con minúscula es el lugar donde nacemos. Con mayúscula sería abrir subrepticiamente un resquicio hacia una pretendida independencia, tanto más si se habla de “relaciones entre el Estado español y Cataluña”. Conscientes de este equilibrio sobre la cuerda floja, los nacionalistas catalanes, que son una escasa minoría, recalcan ahora que para los catalanes nación es la lengua catalana, la patria común. Una cosa que olvidan los nacionalistas catalanes es que la gran riqueza de Cataluña es su bilingüismo. No es cierto, como aseguran los nacionalistas castellanos, que los catalanes solamente te hablen en catalán. A mí siempre me han hablado en castellano. El catalán sabe muy bien qué lengua emplear en qué ocasión. Tal vez, esos nacionalistas castellanos hayan tropezado con uno de los percebes nacionalistas catalanes. Lo que sí he constatado es que desde la introducción de la enseñanza en catalán, se está deteriorando el buen castellano de los catalanes. Lástima.
Las lenguas surgieron para entenderse, pero se han convertido en molestas barreras. En el corazón de la Unión Europea, en Bruselas, el gobierno tuvo que dimitir a causa de los enfrentamientos entre los valones, que hablan una lengua de la familia del francés y los flamencos, que hablan un dialecto germánico. La disputa entre valones y flamencos es ya una constante en la vida nacional de Bélgica. Excepto en los siniestros tiempos de la dictadura franquista, los catalanes nunca han tenido ese problema con el castellano, dos lenguas que han convivido y se han enriquecido mutuamente desde hace siglos. Ser catalán, lo mismo que ser castellano, no es sólo hablar una lengua. Es aceptar sin complejos la Historia y el poso cultural que ésta ha dejado sobre la nación catalana y sobre toda España..
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