Toda España se quedó con la boca abierta. El Boletín Oficial del Estado (BOE) se corregía a sí mismo. El decreto del gobierno de Zapatero sobre la paralización del endeudamiento de los Ayuntamientos tenía que entrar en vigor inmediatamente. Pero poco después el BOE era corregido y situaba la fecha de entrada en vigor el 1 de enero de 2011. La ministra de Economía, Elena Salgado, salió inmediatamente a hacer frente a la situación, explicando a la prensa que se había tratado de un error. Pero el propio Zapatero la contradijo y aclaró que había sido una corrección. Multitud de alcaldes habían llamado a Zapatero angustiados por el futuro de sus municipios.
En este incidente, la oposición vuelve a ver un motivo más para afirmar que Zapatero está acabado y que es preciso que dimita. El portavoz del PP en el Senado llegó a decirle a Zapatero en su cara que no estaba ya en condiciones de gobernar. Desde ese momento, mientras arrecia el fuego graneado de la artillería mediática del PP, el avispero pepero se ha echado a volar con los aguijones bien venenosos. Todos repiten la misma cantinela: “Dimisión y elecciones”. A la cabeza del ejército de avispas y flanqueado por sus vestales Soraya Sáenz de Santa María y María Dolores de Cospedal, vuela el propio Rajoy. Sin embargo, leyendo las encuestas de distintos periódicos independientes, Rajoy no tiene muchos motivos para esperar una victoria: casi un 68 por ciento de los encuestados opina que Zapatero es más indicado que Rajoy para solucionar la crisis. Pero de las encuestas no hay que fiarse. Donde se decide de verdad es en las urnas. ¿Ha superado ya Rajoy su miedo a enfrentarse anticipadamente al voto del electorado español?
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