Por fin se produjo (ayer) el esperado encuentro entre el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero y el líder de la oposición, Mariano Rajoy. Ambos líderes mostraron su recíproca simpatía con profusión de sonrisas y apretones de manos.
Se sabe que en el encuentro hubo intercambio de puntos de vista sobre la situación económica española, se habló del caso griego (entretanto hasta la UE ha excluido un contagio) y, concretamente, se acordó la reforma de la ley de las Cajas de Ahorro. Pero lo más esperado y deseado: el pacto de Estado, el acuerdo entre ambos dirigentes para aunar esfuerzos para combatir la crisis económica española, eso se quedó, a ojos vistas, en el tintero, a pesar de que el PP siempre habla de responsabilidad; una responsabilidad que tendría que hacerse urgente realidad a la vista de los 4 millones 600.000 parados que arrastra el país.
Rajoy aprovechó la ocasión de la conferencia de prensa para hacer un pequeño mitin recordando a los españoles que en España existe una alternativa, una opción que pueden aprovechar los ciudadanos. Naturalmente se refería a su partido, el PP. Rajoy desea ser jefe del Gobierno por encima de todo. Es la consigna que le han dado, de cuyo éxito o fracaso dependería su carrera política. Si el PP tiene realmente la fórmula para solucionar los problemas de España, ¿por qué n o se puso de acuerdo con Zapatero para un pacto de Estado? Esto sería lo auténticamente patriótico.
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