martes, 4 de octubre de 2011

Pincelada: Un salvavidas llamado turismo




Acabamos de comenzar septiembre y parece que ya ha llegado la hora de hacer un balance de la temporada turística. Aunque todavía son cifras relativas, parece ser que este año la evolución ha sido muy positiva. Según el informe FRONTUR del Instituto de Estudios Turísticos del pasado mes de agosto, son casi 40 millones los turistas extranjeros los que han visitado nuestro país en los ocho primeros meses del año, lo que representaría un incremento del 7,8 % frente al mismo periodo del año 2010. Sólo en el pasado mes de agosto nos visitaron 7,64 millones de turistas internacionales, un 9,4% más que el pasado año por las mismas fechas.

Sin embargo, el sector se queja de que, si bien es cierto que llegan muchos más turistas extranjeros, éstos gastan bastante poco. Comercios, establecimientos de hostelería (restaurantes, mesones, cafeterías, etc.), que dependen mayoritariamente del turismo, aseguran que el aumento de turistas de este año no guarda relación con la fuerte caída que han sufrido sus ingresos. Y es que con eso del “todo incluido” los turistas, tanto nacionales como extranjeros, no salen casi del hotel y le sacan el máximo partido a las instalaciones que sus alojamientos les ofrecen gratuitamente. Una solución ideal para el usuario, especialmente si se trata de una familia con niños. Además, como el margen de los hoteleros es muy ajustado y ellos también tienen que ganarse la vida, han ideado todo tipo de incentivos (animación, veladas musicales, bailes de disfraces, etc.) para que sus huéspedes dejen el mucho o poco dinero que tienen pensado gastar, a ser posible, en sus establecimientos y no fuera.

Aunque los datos que nos ocupan son bastante optimistas, ya que el sector turístico aporta la única nota positiva a nuestra maltrecha Economía, a la que sirve de flotador (y, si me apuran, de salvavidas), lo cierto es que no conviene lanzar las campanas al vuelo. Si las medidas para contrarrestar la crisis internacional, que azota especialmente a nuestro país debido a la crisis del ladrillo, no surten efecto, nos tendremos que hacer a la idea de que nuestro país va a sufrir una regresión. Será un regreso al pasado, a los años entre el 1950 y el 1960. Y, por mucho que nos pese, tendremos que acostumbrarnos a aceptar la realidad de una España como país agrario, de camareros y con un alto índice de emigración. Aunque esta vez no van a ser precisamente aquellos españolitos sin cualificación, cuya única motivación al emigrar era el poder ganarse las judías Los que ahora crucen nuestras fronteras en busca de un mejor nivel de vida serán técnicos muy preparados y altamente especializados quienes, para prosperar y que se reconozca su valía como profesionales, optarán por abandonar este barco con más agujeros que un queso de gruyere, en el que los políticos y altos funcionarios, por mucho que los gobiernos cambien, seguirán viviendo como dioses en sus torres de marfil. Y así, esa fuga de cerebros castigará de nuevo a nuestro país y a sus miopes gobernantes, como fue el caso durante la dictadura franquista. ¡La Historia se repite!
Margarita Rey

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