No sé si conocerán el Valle de Ayora-Cofrentes en la provincia de Valencia. Se trata de un paraje de singular belleza, situado en el interior de la provincia de Valencia y que limita al este y al sur con la de Albacete. Su riqueza paisajística es inmensa y una forma muy especial de disfrutarla es acercándose a Cofrentes, desde donde es posible realizar un recorrido fluvial de 14 Km por el río Júcar que les llevará hasta Cortes de Pallás. Montados en el barquito se atraviesan lugares de gran belleza como los Congostos del Júcar y sus impresionantes acantilados. También podrán admirar parcialmente la reserva natural de la Muela de Cortes. En lo alto de una montaña, se yerguen majestuosas las ruinas del que fue monumental castillo de Chirel. De regreso a Cofrentes, se puede seguir disfrutando de la naturaleza dando un paseo por la orilla del río Cabriel, entre Cofrentes y el balneario o visitando el volcán Cerro de Agras, el surgimiento volcánico más reciente de la provincia de Valencia.
Otro volcán que no se menciona en los folletos turísticos y que no es posible visitar, construido por la mano del hombre, pero no por ello menos peligroso, es la vecina central nuclear de Cofrentes, situada en un bucólico paisaje a medio camino entre la pintoresca localidad de Zarra y el conocido Balneario de Cofrentes.
La Central Nuclear de Cofrentes, que pertenece a la empresa IBERDROLA, es la de mayor potencia eléctrica instalada dentro del parque nuclear español. Fue, inaugurada hace 26 años, por lo que se la puede considerar como vetusta. De los 1.500 incidentes registrados en el parque nuclear español desde 1990, Cofrentes ha protagonizado 240, el más reciente una fuga de agua refrigerante en el pozo seco de 4.000 litros por día a finales de 2010, lo que, según la ONG Greenpeace, evidenciaría el envejecimiento y el agotamiento de la vida útil de Cofrentes y demostraría que existe un riesgo cada vez más alto de que se produzca un accidente, algo que los responsables de la central hasta ahora siempre han negado con rotundidad.
Los grupos ecologistas capitaneados por “Greenpeace” vienen denunciando desde hace años los fallos de la central. Con el fin de demostrar su falta de seguridad ante un hipotético atentado terrorista y para pedir su cierre definitivo, el pasado mes de marzo, 16 de sus activistas tomaron la torre de control como forma de protesta y acusaron a Iberdrola y al CSN (Consejo de Seguridad Nuclear) de “falta de claridad” al informar acerca de las anomalías sufridas por la central, al tiempo que denunciaban la peligrosidad de la misma.
Pese a todo ello, tan sólo un día antes del terremoto y tsunami que dañaron gravemente la central japonesa de Fukushima, el Gobierno renovó la licencia de la planta de Cofrentes por una década más.
Sin embargo, el susto de Fukushima hizo reaccionar a la Unión Europea y ordenar una revisión general de todas las centrales nucleares, para poder así evaluar si éstas serían capaces de soportar terremotos, inundaciones, incendios y otros siniestros que pudiesen abocar en riesgos de contaminación radiactiva.
Los análisis preliminares en las instalaciones nucleares españolas ya se ha realizado. El informe final deberá enviarse antes del 31 de diciembre, pero las primeras reacciones por parte de las organizaciones ecologistas no se han hecho esperar. Greenpeace y Ecologistas en Acción opinan que las llamadas “pruebas de resistencia” son incompletas. Además, evidencian la falta de seguridad de las centrales nucleares españolas, de lo que se deduce que las centrales nucleares españolas no están preparadas para reaccionar bien ante sucesos similares a los acaecidos en Fukushima.
De ser así, Cofrentes supondría una auténtica amenaza para nuestra seguridad y sería una herencia envenenada para las generaciones venideras. Y la pregunta del millón ¿quién pagaría los daños y se responsabilizaría del desastre en caso de que se produjera un accidente nuclear en Cofrentes? Seguro que, para no variar, todos se llamarían Andana.
Margarita Rey
Sigo con mucho interés su blog. Su artículo sobre Cofrentes no podía ser más acertado. Pero ¿qué podemos hacer nosotros pobrecitos ciudadanos ante la voracidad de las compañías monopolistas y la pasividad del Ejecutivo? (y no me estoy refiriendo únicamente al nefasto Zapatero sino también a sus predecesores). Estamos atados de pies y manos y los sindicatos españoles no tienen ningún poder para defender nuestros intereses. En lo único que piensan esos paniaguados es en salvarse ellos mismos las judías.
ResponderEliminar