martes, 25 de octubre de 2011

Pincelada: Carne clonada




¿Se acuerdan ustedes de la oveja Dolly y el revuelo que se armó cuando nos enteramos de que la clonación de animales era posible? Aunque nació en julio de 1996, su presentación en sociedad fue apenas el 23 de febrero de 1997, cuando los científicos escoceses ya estaban seguros de que su experimento se había desarrollado con éxito. Con el tiempo, la ovejita creció, fue apareada y produjo seis crías en total. El animalito tuvo no pocas dolencias en su corta de vida y, finalmente, murió prematuramente de cáncer de pulmón con menos de 8 años (la expectativa de vida de una oveja de su raza es de aproximadamente 12 años).

¿Por qué les cuento esto? Pues porque yo creía que con la muerte de Dolly y ante las numerosas enfermedades que el animal había desarrollado en el curso de su vida, lo de las clonaciones de animales habría pasado a la historia. Pero no contaba ni con la ambición, a veces rayana en la locura, de ciertos científicos, que no sopesan las consecuencias que pueden tener algunas de sus investigaciones de ser éstas llevadas a la práctica, ni tampoco con la codicia de las grandes industrias cárnicas.

Y ese ha sido el caso que se ha producido con la clonación de animales que, desde la oveja Dolly, a la chita callando, ha ido perfeccionándose y se está poniendo en práctica desde hace tiempo y a gran escala en la cría de ganado. Como muchos de nosotros pudimos ver y oír el pasado 15 de octubre bajo el título “El filete clónico” que La 2 emitió en “La Noche Temática”, “el semen de toros clonados proveniente de centros de cría en los Estados Unidos y América del Sur se vende en todo el mundo. Del mismo modo, esta carne también podría ser importada por la Unión Europea”.

Con anterioridad y aunque para muchos (entre ellos, yo misma) la noticia pasase totalmente desapercibida, “EL PERIODICO”, en su edición del 30.03.11 ya informó extensamente sobre un preocupante hecho:

“Los consumidores de la Unión Europea (UE) han quedado desprotegidos y desinformados sobre la carne de procedencia de animales clonados o de sus descendientes, que se vende en las tiendas o mercados, por la negativa de la Comisión Europea y de los Veintisiete a que figure esa indicación en las etiquetas.

Las negociaciones entre el Parlamento Europeo y los Veintisiete sobre la reforma de la directiva de nuevos alimentos fracasaron definitivamente ayer precisamente por la negativa de los gobiernos y de la Comisión Europea a aceptar esa indicación en las etiquetas, como reclamaban los eurodiputados. El fracaso del maratón final de tres años de negociaciones implica el abandono definitivo del proyecto de directiva y el mantenimiento en vigor de la actual legislación de 1997 que no incluye ninguna prohibición para la carne clonada.

La Comisión Europea y el Gobierno húngaro, en nombre de los Veintisiete, justificaron la negativa a aceptar que la etiqueta indicase que la carne procedía de descendientes de animales clonados por temor a una guerra comercial con Estados Unidos.

La UE no produce carne clonada, pero importa anualmente entre 300.000 y 500.000 toneladas de carne bovina en gran parte de EEUU y de Argentina, dos países donde está autorizado el clonaje de animales con fines comerciales, pero sin controles para rastrear su procedencia”.

De momento, parece que el Parlamento Europeo ha reaccionado, aunque no de manera contundente, ante ese nuevo peligro: El pasado 7 de julio el Parlamento pidió, a título preventivo, la prohibición de la comercialización de carne proveniente de animales clonados o de sus descendientes. Sin embargo, la Comisión Europea asegura al mismo tiempo que no tomará ninguna decisión al respecto sin haber antes hecho una consulta pública. ¿En qué quedamos?

Conociendo la lentitud de todos esos gremios a la hora de adoptar resoluciones, es bastante probable que, todavía por mucho tiempo, la maravillosa carne de novillo argentino que, haciendo un extraordinario, nos permitimos de vez en cuando, pueda provenir de un animal clonado. No sé si a ustedes, pero a mí, personalmente, la idea me aterra.

Si bien la venta de este tipo de carne se ha convertido ya en algo cotidiano en EEUU, aquí en Europa creo que su comercialización es una cosa muy marginal. Lo malo es que no sólo la carne sino también mucha de la leche importada, podría proceder de vacas clonadas y ese producto sí es bastante probable que pueda ser consumido alguna vez por nosotros.

Desgraciadamente, nosotros como consumidores poco podemos hacer al respecto. Son los políticos quienes tienen que encontrar una solución a esos desmanes. Pero ellos están tan ocupados con sus conciliábulos para seguir chupando de la teta, que dudo mucho que tengan tiempo de dedicarse al tema. Hasta que suceda otro desastre como el de la enfermedad de “las vacas locas” y entonces les veremos de nuevo perder el culo por quedar bien ante la opinión pública y llamarse Andana si alguien es tan iluso de pedirles que asuman sus responsabilidades.
Margarita Rey

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