lunes, 24 de octubre de 2011

Pincelada: El pisacharcos







No sé porque extraña causa algunos políticos parecen perder la razón cuando entran en campaña electoral. Ese parece ser el caso del normalmente educado y moderado Sr. Durán i Lleida.

Primero fueron los andaluces y extremeños los destinatarios de sus exabruptos (ya saben, eso de cobrar el PER y dedicarse a beber en el bar del pueblo). Ahora, le ha salido una vena homófoba y les ha tocado el turno a los homosexuales. En una entrevista publicada hace unos días en la revista Vanity Fair, el habitualmente tan comedido don Josep Antoni manifestaba que “si hay un homosexual o un heterosexual que libremente acude a un psicólogo solicitándole ayuda porque cree que necesita un cambio en su sexualidad, tiene todo el derecho”.

Es de cajón que las declaraciones del dirigente democristiano hayan provocado reacciones airadas por doquier, pero especialmente dentro de su propia formación política, la CiU. El ala progresista del partido está que trina. Así, el alcalde de Figueras, Santi Vila, un homosexual salido del armario, le puso de vuelta y media en su cuenta de Facebook y calificó sus palabras de "lamentables” e “inoportunas”, precisamente ahora que CiU tiene que lidiar con problemas tan graves como los recortes sociales. Además, le acusó de ser un torpedo para el ala socialdemócrata del partido. También las juventudes de Convergencia han puesto a caldo a Duran i Lleida, opinando que su postura es “arcaica y caduca”.

Desde CiU, el diputado Carles Campuzano ha intentado quitar hierro al asunto, asegurando que Durán no había jamás pretendido “recomendar” a los homosexuales que visiten el psicólogo y ha recordado que CiU es “tal vez, la fuerza con más cargos gays”. Durán i Lleida, a su vez, en un intento tardío de templar gaitas, añadió: "Si un homosexual desea libremente ir al psicólogo tiene derecho a ir" y recordó que él nunca ha tratado la homosexualidad como "una enfermedad".

No sé es qué estaría pensando el Sr. Durán i Lleida cuando hizo sus desafortunadas declaraciones a “Vanity Fair” (los tiempos de los electroshocks a los homosexuales están afortunadamente superados). Desde luego, si lo que pretendía era pescar los votos de los sectores más carcas y meapilas de la sociedad catalana, lo único que ha conseguido es enfurecer a los sectores más progresistas dentro y fuera de su partido. ¿Podría ser que se hubiese quizás bebido una copita de cava de más en el Hotel Palace, su residencia madrileña, antes de la entrevista? Sería la única explicación lógica a tan intempestiva muestra de incontinencia verbal.
Margarita Rey

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