El tiempo lo erosiona todo. Si esto vale para volcanes y montañas, para las imponentes pirámides de Egipto y otros monumentos de la Antigüedad, ¿qué decir de las palabras, que son aire y el aire se las lleva?
Donde más se nota cómo va destruyendo el tiempo, es en la política. Palabras hoy prohibidas, mañana son gloriosamente exhibidas. Así, en los tiempos de la dictadura de Franco (muchos jóvenes no saben siquiera de qué país escribo), la palabra “popular” estaba prohibida porque aludía a regímenes comunistas o socialistas. Hoy el sucesor del llamado Movimiento se llama con orgullo Partido Popular y gobierna en casi toda España. El artífice de este partido de masas fue el hace poco fallecido Manuel Fraga Iribarrne, ex minisrtro del régimen, que convirtió a la calamitosa Alianza Popular (AP) en el ahora triunfante Partido Popular. En realidad, en el PP se reúnen todas las familias del anterior régimen, desde los aperturistas liberales hasta los franquistas o fascistas de camisa azul y correaje. Además, en el partido ha surgido con cierta fuerza una corriente conservadora-centrista y otra neofascista, como se llama ahora al sucesor en la arena política de los nazis de Hitler, que también tienen simpatizantes en la extrema derecha española.
En 1975 empezó a circular, puesta en marcha por el periodista Francisco Umbral, la palabra “cheli” facha para denominar a un fascista. Desde entonces, la palabra fascismo se fue diluyendo y apuesto que no son pocos los de las jóvenes generaciones que desconocen su significado, aunque las dictaduras fascistas española, alemana (la principal criminal de guerra) e italiana (Mussolini) devastaron Europa (desde el Suroeste hasta el Este) durante la II Guerra Mundial.
Facha se usa ya poco, aunque haberlos, haylos. Ahora se les llama “de extrema derecha”. En cuanto a sociata, casi no se emplea. Suena a “cubata”, lo cual hace incluso simpático el vocablo, que parece el castizo “cheli” de los tiempos de la movida. Algún periodista derechista trató de divulgarla después de la transición, pero la palabra no cuajó. Será porque ahora todos somos demócratas de toda la vida.
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