Con la muerte de Carlos Fuentes el idioma español pierde a una de la voces más singulares, críticas, vigorosas y originales de literatura hispana del siglo XX y a uno de sus intelectuales más lucidos. Renovador del lenguaje y la novela hispana del siglo XX, autor de algunas de las obras cimeras del español del otra orilla como 'Terra Nostra', 'La region más trasparente' o 'La muerte de Artemio Cruz', fue una referencia a lo largo de más de medio siglo y uno de los maestros indiscutibles del 'boom' junto a García Márquez, Vargas Llosa y Julio Cortázar. Con 83 años, Fuentes falleció en el hospital Ángeles del Pedregal de la Ciudad de México, en el que estaba siendo atendido desde hacía unos días de una hemorragia masiva en el tubo digestivo, una zona donde el escritor nunca había sufrido dolencias que revistiesen mayor gravedad.
Geógrafo de las letras, indesmayable narrador diplomático de carrera, voz crítica donde las haya, comprometido con la izquierda, Fuentes fue un implacable látigo de la corrupción y el emponzoñado sistema político mexicano, en especial en los años de plomo del PRI. En el último tramo de su vida alzó su voz con desesperación contra la dictadura del narcotráfico que en un guerra infame se ha llevado por delante la vida la decenas de miles de personas en los último años. Plenamente reconocido, premio Miguel de Cervantes en 1987 y Príncipe de Asturias de las Letras en 1994, se quedó a las puertas del Nobel de Literatura, galardón al que fue candidato recurrente.
Además de fustigar lo peor de la idiosincrasia mexicana que le conformaba, fue uno de esos grandes autores de la otra orilla -él acuñó la expresión de 'las dos orillas del español'- que modernizaron el idioma que compartimos quinientos millones de seres humanos y situaron en el mundo a una de las generaciones de narradores más brillantes y universales del sigo XX. Reconocido padre de la modernidad de la narrativa mexicana, logró junto a otros grandes del 'boom', según Juan Goytisolo, que «la literatura española entroncara de nuevo con la modernidad» siglos después de que «España diera la espalda a la cultura universal durante siglos».
«Dios me libre de ser del PRI», ironizaba este narrador políticamente incorrecto, un caballero de exquistos modales que prefería «vivir en el error antes que hacer política activa». «Siempre me consideré de izquiedas, de una izquierda que aborda problemas, que no se estanca en dogmas, que se enfrena a los problemas reales y no a discusiones teológica vanas»; una izquierda «que no tiene miedo a fantasmas o paranoias, sino a la tremenda injusticia y desigualdad que padece América».
Embajador dimisionario
Carlos Fuentes había nacido por casualidad en Ciudad de Panamá en 1928. Hijo de diplomático, pasó su infancia en diversos países -Argentina, Chile, Brasil, Estados Unidos- hasta que de regreso a México se licenció en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma. Estudió después Economía en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra. Sería delegado de México en numerosos organismos internacionales y desde 1972 hasta 1976, embajador de su país en Francia. Dimitió cuando se nombró embajador de México en España a Gustavo Díaz Ordaz, a quien consideraba uno de los responsables de los sangrientos acontecimientos de la plaza de las Tres Culturas en 1968. Durante su vida tuvo un trato muy próximo con figuras políticas como Felipe González, Fidel Castro o Bill Clinton.
Fundador de la 'Revista mexicana de Literatura', se esforzó desde su juventud por mantener vivo y enriquecer el idioma en que escribía. Era una batalla que comenzó en su niñez, ya que, según decía, «estuve a punto de perder mi idioma nativo cada veinticuatro horas». Describiría más adelante su quehacer literario como «una lucha de un boxeador con las palabras», a las que siempre trató de «no dejar entrar en su acepción común y corriente».
Su máxima era «escribir bien» y dar claves para la historia. «La historia es por lo general nuestra imagen de la historia, el imaginario que logramos rescatar. Si no hacemos eso nos quedamos sin historias, sin pasado y sin memoria», dejó dicho.
Desde la adolescencia comenzó a destacar como narrador, entregando a la imprenta los títulos que conforman su prodigiosa bibliografía: 'Los días enmascarados' (1954), 'Cambio de piel' (1957) 'La región más transparnte' (1958), 'La muerte de Artemio Cruz' (1962), 'Una familia Lejana' (1980), 'Gringo viejo' (1985), 'La silla del águila' (2003) y 'La voluntad o la fortuna' (2008), una de sus últimas condenas de la violencia ligada con el narcotráfico. 'Terra Nostra' (1975) es quizá la gran novela de Fuentes y gracias a la cual alcanzó un reconocimiento universal solo equiparable al que 'Rayuela' otorgó a Julio Cortázar, 'Cien años de soledad' a Gabriel García Márquez y 'Conversación en La Catedral' a Mario Vargas Llosa, un alegato a favor de la libertad individual que le daría el premio Rómulo Gallegos.
Rendido admirador de Miguel Cervantes (leyó El Quijote con 12 años), como quedó patente en su discurso de agradecimiento en Alcalá de Henares, fue también autor de ensayos como 'Cervantes o la crítica de la lectura' (1976), 'Los 68' (2005) y 'La gran novela latinoamericana' (2011). Amante del cine, amigo de Luis Buñuel, firmó también varios guiones cinematográficos, series de televisión y piezas teatrales como 'El tuerto es el Rey' y 'Todos los gatos son pardos'.
Doctor Honoris Causa por numerosas universidades, fue reconocido e invitado a dictar lecciones magistrales en grandes universidades americanas y europeas, de Princeton a Columbia, pasando por Harvard y Cambridge. Entre los muchos reconocimiento que atesoró destacan, además del Cervantes y el Príncipe de Asturias de las Letras, el Biblioteca Breve por 'Cambio de piel' (1967) y el Nacional de Literatura de México (1984). Estaba en poder de la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío, otorgada por el Gobierno sandinista (1988), la del Mérito en Chile (1993) y la española Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica (2008).
Fuente: Las Provincias (lasprovincias.es)
Autor: Miguel Llorenci - Madrid
Geógrafo de las letras, indesmayable narrador diplomático de carrera, voz crítica donde las haya, comprometido con la izquierda, Fuentes fue un implacable látigo de la corrupción y el emponzoñado sistema político mexicano, en especial en los años de plomo del PRI. En el último tramo de su vida alzó su voz con desesperación contra la dictadura del narcotráfico que en un guerra infame se ha llevado por delante la vida la decenas de miles de personas en los último años. Plenamente reconocido, premio Miguel de Cervantes en 1987 y Príncipe de Asturias de las Letras en 1994, se quedó a las puertas del Nobel de Literatura, galardón al que fue candidato recurrente.
Además de fustigar lo peor de la idiosincrasia mexicana que le conformaba, fue uno de esos grandes autores de la otra orilla -él acuñó la expresión de 'las dos orillas del español'- que modernizaron el idioma que compartimos quinientos millones de seres humanos y situaron en el mundo a una de las generaciones de narradores más brillantes y universales del sigo XX. Reconocido padre de la modernidad de la narrativa mexicana, logró junto a otros grandes del 'boom', según Juan Goytisolo, que «la literatura española entroncara de nuevo con la modernidad» siglos después de que «España diera la espalda a la cultura universal durante siglos».
«Dios me libre de ser del PRI», ironizaba este narrador políticamente incorrecto, un caballero de exquistos modales que prefería «vivir en el error antes que hacer política activa». «Siempre me consideré de izquiedas, de una izquierda que aborda problemas, que no se estanca en dogmas, que se enfrena a los problemas reales y no a discusiones teológica vanas»; una izquierda «que no tiene miedo a fantasmas o paranoias, sino a la tremenda injusticia y desigualdad que padece América».
Embajador dimisionario
Carlos Fuentes había nacido por casualidad en Ciudad de Panamá en 1928. Hijo de diplomático, pasó su infancia en diversos países -Argentina, Chile, Brasil, Estados Unidos- hasta que de regreso a México se licenció en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma. Estudió después Economía en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra. Sería delegado de México en numerosos organismos internacionales y desde 1972 hasta 1976, embajador de su país en Francia. Dimitió cuando se nombró embajador de México en España a Gustavo Díaz Ordaz, a quien consideraba uno de los responsables de los sangrientos acontecimientos de la plaza de las Tres Culturas en 1968. Durante su vida tuvo un trato muy próximo con figuras políticas como Felipe González, Fidel Castro o Bill Clinton.
Fundador de la 'Revista mexicana de Literatura', se esforzó desde su juventud por mantener vivo y enriquecer el idioma en que escribía. Era una batalla que comenzó en su niñez, ya que, según decía, «estuve a punto de perder mi idioma nativo cada veinticuatro horas». Describiría más adelante su quehacer literario como «una lucha de un boxeador con las palabras», a las que siempre trató de «no dejar entrar en su acepción común y corriente».
Su máxima era «escribir bien» y dar claves para la historia. «La historia es por lo general nuestra imagen de la historia, el imaginario que logramos rescatar. Si no hacemos eso nos quedamos sin historias, sin pasado y sin memoria», dejó dicho.
Desde la adolescencia comenzó a destacar como narrador, entregando a la imprenta los títulos que conforman su prodigiosa bibliografía: 'Los días enmascarados' (1954), 'Cambio de piel' (1957) 'La región más transparnte' (1958), 'La muerte de Artemio Cruz' (1962), 'Una familia Lejana' (1980), 'Gringo viejo' (1985), 'La silla del águila' (2003) y 'La voluntad o la fortuna' (2008), una de sus últimas condenas de la violencia ligada con el narcotráfico. 'Terra Nostra' (1975) es quizá la gran novela de Fuentes y gracias a la cual alcanzó un reconocimiento universal solo equiparable al que 'Rayuela' otorgó a Julio Cortázar, 'Cien años de soledad' a Gabriel García Márquez y 'Conversación en La Catedral' a Mario Vargas Llosa, un alegato a favor de la libertad individual que le daría el premio Rómulo Gallegos.
Rendido admirador de Miguel Cervantes (leyó El Quijote con 12 años), como quedó patente en su discurso de agradecimiento en Alcalá de Henares, fue también autor de ensayos como 'Cervantes o la crítica de la lectura' (1976), 'Los 68' (2005) y 'La gran novela latinoamericana' (2011). Amante del cine, amigo de Luis Buñuel, firmó también varios guiones cinematográficos, series de televisión y piezas teatrales como 'El tuerto es el Rey' y 'Todos los gatos son pardos'.
Doctor Honoris Causa por numerosas universidades, fue reconocido e invitado a dictar lecciones magistrales en grandes universidades americanas y europeas, de Princeton a Columbia, pasando por Harvard y Cambridge. Entre los muchos reconocimiento que atesoró destacan, además del Cervantes y el Príncipe de Asturias de las Letras, el Biblioteca Breve por 'Cambio de piel' (1967) y el Nacional de Literatura de México (1984). Estaba en poder de la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío, otorgada por el Gobierno sandinista (1988), la del Mérito en Chile (1993) y la española Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica (2008).
Fuente: Las Provincias (lasprovincias.es)
Autor: Miguel Llorenci - Madrid
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