A los fumadores (yo fumo pipa) no nos va a quedar más remedio que emigrar, si no a la luna, que aún no podemos, a algún país exótico. No son aconsejable países donde no se ve ningún problema en fumar marihuana o cannabis, pongamos por caso. Los que se crean que fumar al aire libre está permitido se llevarán una sorpresa en EE UU y, en Europa, se toma en consideración ser más severos con quienes inhalan y exhalan el humo en parques y jardines frecuentados por niños.
Inglaterra ha dado ahora un paso para llegar a la raíz del mal. Londres prohibió el pasado sábado los automáticos expendedores de cigarrillos. Los pubs y clubs, que infrinjan la ley pueden ser sancionados con multas de 2.500 libras (2.900 euros). Pronto les puede tocar el turno a los estancos, que en el futuro solamente podrán quizás vender caramelos de goma.
Mientras toda la Unión Europea tiembla ante la crisis, los gobiernos desvían todavía más el miedo hacia los fumadores. Estoy de acuerdo en que el tabaco es altamente nocivo, pero dudo de que tremebundos avisos en las cajetillas y paquetes sean efectivos cuando se tiene el hábito de fumar (lo cual no quiere decir que apruebe el exagerado consumo de cigarrillos de empedernidos fumadores, durante todo el día y parte de la noche).
Por el contrario, si se tiene en cuenta que una mayoría de los fumadores considera el cigarrillo como ansiolítico, tales avisos aumentan la ansiedad de quienes no pueden prescindir de la nicotina. Yo fui durante un tiempo consumidor de cigarrillos, hasta que mi médico en Alemania me aconsejó la pipa, mucho más agradable al fumar y más fácil de prescindir de ella durante horas enteras. El fumador compulsivo debería dejarse ayudar por su médico, eso sí, por un médico que no fume y, a ser posible, que no haya probado nunca un cigarrillo.
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