Después de un largo y cálido verano (la semana pasada, en la zona de Alicante, aún se podía pasear en tirantes a la orilla del mar) llegó la llamada “gota fría” más tarde de lo habitual, pero llegó y, lo que es peor, causando más estragos que nunca.
No sé si verían las imágenes en los telediarios de ayer que mostraban carreteras inundadas y cortadas al tráfico en las provincias de Gerona, Tarragona, Castellón, Valencia, Murcia y Málaga. En algunos pantanos, como los de Foix y Vallforners, el agua rebasaba los diques, mientras que en los de Boadella y Pasteral (todos ellos en Gerona) se tuvo que desembalsar el agua para evitar posibles inundaciones.
Afortunadamente, el río Fluviá, el Ter y el Tordera, que rebosaban agua tras haber llovido varios días consecutivos, mantienen ahora una tendencia decreciente, pero su caudal de agua es muy superior al habitual.
A los episodios de lluvias se han sumado tempestades en la mar, lo que ha obligado a los pesqueros de la zona de Alicante a dejar sus embarcaciones en el dique seco y no salir a faenar y en algunas localidades del Alt Empordà (Gerona), de Castellón y de la Marina Baixa (Alicante) los críos han estado varios días sin poder asistir a clase porque las calles y caminos estaban intransitables. Hoy, parece ser que la actividad escolar se ha vuelto a recuperar, aunque se siga estando en alerta amarilla y naranja en algunos puntos de nuestra geografía.
Sin embargo, el temporal ha dejado esta vez tras de sí no sólo daños materiales importantes, sino que también ha causado víctimas mortales. En Onda (Castellón), 5 personas de la misma familia, de nacionalidad rumana y vecinos muy queridos de la localidad desde hace muchos años, fallecieron al ser arrastrados por el agua los vehículos en los que viajaban. Y es que en éste, nuestro país, no hay término medio: o tenemos periodos largos de sequía o llueve torrencialmente y el agua se lleva todo por delante.
Pero no todo van a ser desgracias. Los que en este momento se frotan las manos son los recogedores de setas. Después de las abundantes lluvias, el suelo mantendrá la humedad suficiente para que se puedan recolectar setas y hongos hasta bien entrado el invierno. Por lo que aquí se podría aplicar el conocido refrán que dice: “Nunca llueve a gusto de todos”.
Margarita Rey
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