martes, 15 de noviembre de 2011

Pincelada: La yaya pilingui


Quizás se hayan parado a ver en la tele alguno de los programas cazatalentos que se emiten. Los dos más conocidos son “Tienes talento” (La Cuatro) y “Tú sí que vales” (Telecinco), ambos con un formato casi idéntico, pero procedentes de dos franquicias televisivas extranjeras distintas. ¿Por qué les cuento esto? Pues sencillamente porque en el “Tienes Talento” alemán, que allí se llama “Das Supertalent”, tuvo lugar un incidente que podríamos calificar de chusco si no fuese tan trágico.

Pues bien, entre los muchos candidatos que se presentaron al casting organizado por la cadena privada germana RTL, se encontraba Hilda Breer, una anciana soprano argentina de origen alemán. Hilda, de 80 años, pero todavía muy atractiva, había sido en su día una estrella en muchos países suramericanos, especialmente en Argentina y Venezuela, país éste donde vivió 25 años y cosechó grandes éxitos en sus diversas actuaciones en óperas, zarzuelas y como solista. Además, Hilda también trabajó como actriz en innumerables obras de teatro y telenovelas. No es de extrañar pues que la simpática ancianita, que conserva una joven voz, fuese en el casting una de las elegidas para participar en el concurso, lo que le hizo abrigar la esperanza de que podía llegar a conseguir el favor del público y del jurado y retomar así su carrera.

Su presentación ante el público fue muy destacada. Incluso el cantante y compositor Dieter Bohlen, miembro del jurado, en el que ejerce el papel de vomitivo a la Risto Mejide, se deshizo en elogios con Hilda. Todo parecía pues marchar sobre ruedas hasta que el periódico sensacionalista “BILD” desveló la semana pasada que la Sra. Breer no era una dama, sino más bien todo lo contrario.

Según “BILD”, Hilde Breer, que se había instalado en 1980 en Colonia, otorgó en su día plenos poderes a una pariente para que vendiese las tres casas y siete terrenos que poseía en Venezuela. Sin embargo, esta pariente, después de vender las propiedades, se quedó con todo el dinero y desapareció sin dejar rastro. Como en Alemania figuraba como socia de su hija en una empresa que finalmente quebró, Hilda no tuvo nunca derecho al subsidio mínimo de desempleo, de manera que la única jubilación que percibía eran ridículos 225 Euros al mes.

Así, en el año 2009, agobiada por sus problemas económicos, Hilda Breer, con 78 años de edad, tomó la difícil decisión de prostituirse para poder subsistir. Contestó a un anuncio de un club privado y fue admitida a prueba. Su primer cliente, un cazador de 47 años, le pagó 140 Euros, de los cuales 80 fueron a parar a la dueña del club privado y a Hacienda (en Alemania las prostitutas “trabajan” como autónomas, pagan impuestos y cotizan a la Seguridad Social).

Sin embargo, a pesar de que sus servicios eran muy demandados por hombres de mediana edad (pienso yo que con problemas de gerontofilia), Hilda tuvo después de 15 meses que dejar de ejercer su nuevo “oficio”, ya que su cuerpo no aguantaba aquellos trotes. Se cambió a una línea erótica, pero el sexo telefónico no se le daba bien (sus gemidos de placer no eran creíbles y producían la hilaridad de sus clientes), así que también tuvo que abandonar esa ocupación. Desde entonces, Hilda atiende esporádicamente a dos clientes fijos, con cuyas “dádivas” cubre, más mal que bien, sus gastos fijos.

El revuelo que se ha montado en toda Alemania después de la aparición de “BILD” con la entrevista a Hilda Breer, en la que ella relataba todas las cuitas que la llevaron a caer en la prostitución, ha sido mayúsculo. Incluso la prensa extranjera (también la española) se ha hecho eco de la noticia. Lo extraño es que su poco edificante confesión parece no haber dañado su imagen, sino más bien todo lo contrario. Ante esto, muchos se preguntan si no se trata de un morboso efecto publicitario para aumentar la audiencia del programa. El tiempo lo dirá.

Como nota curiosa me gustaría añadir que Hilda era la hermana pequeña (se llevaban 15 años) del ya fallecido Guillermo Breer, compositor de la conocida canción "El pájaro Chogüí".
Margarita Rey

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