martes, 3 de abril de 2012

Pincelada: Impuestos singulares



Nos quejamos de los recortes y del aumento de los impuestos, pero a otros pueblos mediterráneos todavía les va peor. Ese es el caso de Grecia que, en quiebra y ahogada por los intereses que tiene que pagar a Europa por los créditos concedidos, ha tenido que subir impuestos y crear otros nuevos para poder hacer frente a sus deudas.

Uno de esos recién estrenados tributos es el gravamen sobre los coches funerarios que, desde el 1º de enero de este año, han tenido que asumir las funerarias. Esta nueva carga fiscal sitúa a esos vehículos en la categoría de “automóviles de lujo para uso privado”. Con lo cual el impuesto de circulación ha aumentado un 600 por ciento con respecto a años anteriores cuando, desde el punto de vista hacendístico, ese medio de transporte forzoso estaba considerado como vehículo motorizado para uso comercial o industrial.

Cierto, los coches que se utilizan para el transporte de personas que han pasado a mejor vida, son generalmente de alta gama. De hecho, sería casi imposible colocar el ataúd con el finado, amén de las coronas de flores, en un Renault Clío o en un Seat Ibiza.

Como las protestas de los empresarios del ramo no han tenido, que se sepa, ninguna reacción positiva por parte de la Administración, no sería de extrañar que algunas funerarias griegas se planteen la posibilidad de retroceder a la época de los entierros en carrozas tiradas por caballos negros, muy elegantes por cierto, donde las diferencias entre las clases sociales se veían reflejadas en el número de corceles que se utilizaban para transportar el féretro.

Lo único que ahora nos faltaría en España es que al Sr. Rajoy, a la búsqueda de nuevas fuentes de financiación para nuestra maltrecha Economía, tuviese la brillante ocurrencia de querer copiar el ejemplo heleno.

De todo lo cual, una vez más se infiere que, en esta cochina Europa del euro, Hacienda no deja en paz ni a los vivos ni a los muertos.
Margarita Rey

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