Mientras que la Unión Europea, integrada casi mayoritariamente por países gobernados por conservadores, agradece a José Luís Rodríguez Zapatero las necesarias medidas de austeridad, adoptadas por un Gobierno socialista español, Mariano Rajoy, líder del PP, partido hermano de los conservadores europeos, se ha propuesto desmontar al presidente del Gobierno español con un discurso pseudo izquierdista. Le secundan en esta farsa sus dos sacerdotisas de la mentira, Sáenz de Santa María y de Cospedal, así como el sector ultraderechista del PP, que es quien realmente manda, y la poderosa artillería mediática derechista. Todos tienen la desvergüenza de defender a los más desfavorecidos y a los pensionistas, de quienes nunca se acordaron en los ocho largos años en los que gobernó Aznar.
Ahora resulta que Rajoy quiere una política equilibrada de austeridad, que no perjudique a nadie. Podría proporcionales su receta a los conservadores europeos que se baten, para defender las mismas medidas asumidas por Zapatero, con poderosas oposiciones socialistas. El ardid empleado por Rajoy y sus seguidores es perverso. Consiste en hacer de oposición de izquierda, siendo de ultraderecha, para acosar y derribar al presidente del Gobierno, si consiguen, además, que se encabriten contra él el propio partido PSOE y los sindicatos.
Zapatero no tenía otra salida que las medidas de ahorro adoptadas, teniendo incluso la valentía de obrar con la oposición de la izquierda. Si Zapatero es el presidente ideal del Gobierno es una cuestión que ha de dilucidar el PSOE. Rajoy está demostrando que no le importa mucho el futuro de los españoles. Él, apoyado pos sus sacerdotisas de la mentira y sus propagandistas en Génova, así como empujado por la extrema derecha de su partido, lo que quiere es conquistar el poder a toda costa, aun disfrazándose de oveja izquierdista. Si, el destino no lo quiera, ganara el PP las elecciones, para muchos ingenuos será demasiado tarde. Ya se darán cuenta del engaño. Esa gente tiene un morro que se lo pisa. Zapatero puede tener no pocos defectos, pero una cosa es cierta: no es del colmillo retorcido. Por eso lo tiene crudo en la política y más con semejante oposición, que no es de recibo.
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