¿A qué habrá ido Zapatero a El Vaticano? ¿Como representante de la UE y al propio tiempo a recibir la bendición del Papa? O ¿a pedir al Papa que medie con la cúpula de la Iglesia católica española para que ésta suavice su abierta hostilidad hacia el gobierno socialista? ¿Le habrá explicado al “Santo Padre” la casi abortada ley del aborto? Muchas preguntas. La verdad es que se hacía raro ver al presidente del Gobierno español cual peregrino junto a su “Santidad”, que era el único que estaba en su sitio.
Tal vez, Zapatero habrá asegurado a Benedicto XVI (Ratzinger) que las medidas de austeridad, adoptadas a causa de la crisis, no afectarán a las subvenciones a El Vaticano y a la Iglesia católica española. ¿Se habrá atrevido Rodríguez Zapatero a pedir al Papa que actúe como moderador sobre los obispos españoles, que poseen en la COPE un potente órgano de difusión de su propaganda y una poderosa pieza de artillería mediática contra el gobierno socialista y contra su jefe, Zapatero? No olvidemos que la COPE es escuchada por millones de españoles. Lo curioso del caso es que la Iglesia católica recibe una subvención de unos 400 millones de euros anuales, con la que, en parte, los obispos pueden mantener a su emisora.
La Iglesia católica sigue siendo un poder fáctico en España al ser católicos (muchos sólo de bautismo) la mayoría de los españoles. Es un hecho que Zapatero le tiene miedo a la Iglesia, por su capacidad de movilización, apoyada en el PP. Por eso, hasta ahora, no se ha atrevido a plantear la cuestión crucial de que se declare a España un país laico, como Francia. Lo de la “aconfesionalidad del Estado español” es un concepto muy poroso, que deja las cosas casi como estaban y da lugar a malos entendidos. Los padres izquierdistas de la Constitución le tuvieron miedo al poder fáctico “Iglesia nacional católica” y recurrieron a ese parche. Pero hoy, cuando ya han pasado más de tres décadas, sería hora de poner definitivamente los puntos sobre las íes. El laicismo no dejaría de reconocer que la Iglesia católica es la mayor de todas las confesiones existentes en Espa¬ña, pero de esto no se derivaría que tuviese que gozar de los privilegios que tiene ahora. En el Estado laico cada religión se busca la vida.
La existencia de un Estado laico en España supondría la ventaja de acabar con la secular influencia de la Iglesia católica en la política y en la sociedad, que tantos males ha acarreado al país. ¿Habrá hablado Zapatero de esto con el Papa?
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