De elecciones,por supuesto. Ese es todo su programa político, secundado por sus dos ángeles de la crispación, Loyola Sáenz de Santa María y María Dolores de Cospedal. Sí, la de Cospedal, no la del bolero.
Rajoy está empeñado en elecciones anticipadas, quizá porque sus augures derechistas le pronostican un buen punto de salida. Pero las encuestas son como las previsiones del tiempo, unas veces aciertan, otras no. Rajoy ya ha sido derrotado dos veces por Zapatero y quizá le siga aún doliendo la espina o el partido quiere, sea como sea, ocupar el poder y empuja a su marioneta hacia los comicios. Todo esto no sería muy grave, si no fuese por la crispación que el PP y sus estrellas están creando a través de sus extensos medios de comunicación. Cualquiera que lea una declaración de Rajoy o de sus adláteres creería que España hasta a punto de hundirse… y ahí está la eterna derecha para volver a salvar a la patria.
Los peperos y su trío “Los tres trogloditas” no acaban de entender que toda la cuestión de la crisis y sus derivaciones en severas medidas de austeridad no es un problema nacional español, sino un problema mundial, y, en primer lugar, el problema del futuro de Europa. Zapatero no recibe aplausos de los conservadores europeos por ser simpático, sino por haber adoptado las medidas precisas de ahorro, pese a ser socialista, que ha de convecer a su partido, el PSOE y al sindicato socialista UGT.
Lo mismo que Zapatero cosecha alabanzas de los gobiernos de la UE, Rajoy solamente obtiene incomprensión por su demagógica actitud pseudoizquierdista y está ya considerado como “un factor de riesgo” con su pretensión de que se puedan celebrar pronto nuevas elecciones. Nada le interesa menos a la Unión Europea que elecciones anticipadas en un país clave como España.
Decía Sir Winston Churcill que de todos los sistemas, el menos malo es la democracia. Llevaba razón el viejo zorro británico. Entre los puntos flacos de la democracia está la generalizada ignorancia política de gran parte del electorado, que o no vota o lo hace visceralmente (si al menos votaran en blanco), siguiendo los eslóganes tan agresivos como negativos de algunos candidatos. Aquí reside la principal oportunidad para Rajoy.
El 22 de junio veremos si, por fin, queda derrotada la antieuropea y antiespañola (por mucho PP que ande por medio), política del NO de la oposición en el Congreso.
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