Como no creyente, a mí me parece un tanto exagerada la prohibición de la ministra de Defensa, Chacón, de que en la procesión del Corpus (Toledo) interviniera, como es costumbre, una banda militar de música. La decisión de la ministra ha causado malestar en la ciudadanía tan apegada a su tradición como los antiguos egipcios, griegos y romanos a las suyas. La Iglesia católica tiene una considerable carga de paganismo y de idolatría. Si la gente es feliz con su banda militar, no hay motivo contundente de prohibirla. También en otras procesiones, como en Sevilla, intervienen militares, que, entretanto, forman ya parte de la parafernalia religiosa, al igual que las autoridades civiles. La religiosidad española tiene raíces muy antiguas, que llegan hasta el tótem de los iberos.
Puestos a prohibir, ahí está el absurdo de la Virgen del Pilar, que ostenta el rango de Capitana General y a la que los militares han de rendir los correspondientes honores. Nada más que a Franco se le podía haber ocurrido tamaño disparate o a cualquier otro descerebrado. Lo mismo que pasa con la Virgen sevillana de La Macarena. El criminal de guerra, Queipo de Llano, reposa en su iglesia. A la talla de la virgen le han colgado las medallas y los galones de aquel indeseable. Esto ya no es tradición. Es imbecilidad.
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