Tras
la aplastante derrota del PSOE en los comicios autonómicos y en las elecciones
generales, la derecha no cabe en sí de gozo. Es interesante e importante saber
lo que dicen todas las partes, y más, en este caso, la parte vencedora. El
diario-portavoz de la derecha, La Razón escribe:
“Transcurridos dos meses de las elecciones generales y
uno de la toma de posesión del nuevo Gobierno la encuesta de NC REPORT para LA
RAZÓN nos confirma que se mantiene una gran estabilidad con respecto a los
datos registrados el 20-N y que los únicos cambios, aunque de baja entidad,
afectan principalmente a las dos grandes formaciones nacionales: los populares
mejorarían sus resultados en 1,04 puntos porcentuales llegando al 46,30% del
voto válido a candidatura, mientras que los socialistas retrocederían 1,35
puntos quedando en el 27,81%. Traducido a escaños, supondría que el PP pasaría
de 186 a 191/193, y que el PSOE bajaría de 110 a 103/105 diputados. El descenso
de los socialistas con respecto a las elecciones generales de 2011 se debe
fundamentalmente a la abstención de 203.000 votantes socialistas y a otros
98.000 que votaría a IU. También el PP y UPYD se beneficiarían de las
deserciones en el PSOE, recibiendo respectivamente 51.000 y 42.000 votos. Mientras
que otros 40.000 llegarían a partidos de ámbito no nacional. Por lo tanto, la
fidelización de su electorado dos meses después de las elecciones es del 93,0%,
desprendiéndose del 7% de sus votantes del 20-N. En las pasadas elecciones
perdió más de dos millones de votantes por la abstención y un millón y medio
marchó al PP, UPYD e IU. Recuperar la mayor parte de estas bajas le obliga a
adoptar políticas moderadas de centro y centro-izquierda, y lograr articular un
discurso homogéneo en toda España y prescindir de alianzas con terceros, para
lo que el XVIII Congreso del PSOE será fundamental, pues según el viraje
ideológico que se tome se ampliará o reducirá su base social. A la izquierda
del PSOE hay poco más del 12% del electorado español y a su derecha el 60%, la
mayor parte centrista. Parece, pues, lógica la estrategia que debería adoptar
el PSOE.
El Partido Popular debe su mejora principalmente al poder limitar a un porcentaje mínimo la pérdida de votantes de las elecciones de 2011, ya que mantiene fidelizado al 99,7% de sus electores; y en segundo lugar a su capacidad para atraer 54.000 votos de los nuevos votantes, 51.000 de ex votantes del PSOE y 78.000 del resto de partidos. Las medidas extraordinarias en materia fiscal adoptadas por el Gobierno de Rajoy para cumplir con los objetivos de déficit público, que afectan básicamente a rentas medias y medias-altas, constituyen buena parte del electorado popular, no han pasado factura. Hay que tener en cuenta que se toman tras más de tres años de crisis y en un momento en el que la ciudadanía se muestra más comprensiva con la toma de medidas, aunque duras, que aceleren la reactivación de la economía. Además, en nuestra historia más próxima, estadísticamente está comprobado que todo gobierno en España tiene al menos cien días de «gracia», y este es uno de los momentos en los que un ejecutivo recién salido de las urnas cuenta con más simpatía y calor ciudadanos. Por lo tanto, es el tiempo de las grandes decisiones que tomadas tarde sí podrían fracturar o dividir a la sociedad española. Además, las políticas que ahora implemente el PP deben empezar a dar frutos como muy tarde en el segundo semestre de 2014 si es que quiere revalidar su mayoría absoluta, de ahí que el Gobierno deba poner en práctica en un tiempo récord el grueso de su batería de medidas de reforma. Más de dos millones de votantes del PSOE se abstuvieron el 20-N, la mayoría de ellos son centristas, y están esperando gestos del nuevo gobierno para posicionarse en las elecciones que se sucedan.
Las otras dos opciones de ámbito nacional, IU y UPYD, también mejoran con respecto a la cita con las urnas de noviembre, hasta tal punto que Izquierda Unida tendría probabilidad de llegar a completar la docena de diputados, pues pasaría de 11 a 12, mientras que UPYD, a la que castiga el sistema electoral vigente, no puede aspirar a su sexto escaño pero ve aumentar su intención de voto del 4,8% al 5,1%.
Con respecto al resto de formaciones con representación parlamentaria es de destacar el mantenimiento y continuidad en su expectativa de voto y número de parlamentarios.
El Partido Popular debe su mejora principalmente al poder limitar a un porcentaje mínimo la pérdida de votantes de las elecciones de 2011, ya que mantiene fidelizado al 99,7% de sus electores; y en segundo lugar a su capacidad para atraer 54.000 votos de los nuevos votantes, 51.000 de ex votantes del PSOE y 78.000 del resto de partidos. Las medidas extraordinarias en materia fiscal adoptadas por el Gobierno de Rajoy para cumplir con los objetivos de déficit público, que afectan básicamente a rentas medias y medias-altas, constituyen buena parte del electorado popular, no han pasado factura. Hay que tener en cuenta que se toman tras más de tres años de crisis y en un momento en el que la ciudadanía se muestra más comprensiva con la toma de medidas, aunque duras, que aceleren la reactivación de la economía. Además, en nuestra historia más próxima, estadísticamente está comprobado que todo gobierno en España tiene al menos cien días de «gracia», y este es uno de los momentos en los que un ejecutivo recién salido de las urnas cuenta con más simpatía y calor ciudadanos. Por lo tanto, es el tiempo de las grandes decisiones que tomadas tarde sí podrían fracturar o dividir a la sociedad española. Además, las políticas que ahora implemente el PP deben empezar a dar frutos como muy tarde en el segundo semestre de 2014 si es que quiere revalidar su mayoría absoluta, de ahí que el Gobierno deba poner en práctica en un tiempo récord el grueso de su batería de medidas de reforma. Más de dos millones de votantes del PSOE se abstuvieron el 20-N, la mayoría de ellos son centristas, y están esperando gestos del nuevo gobierno para posicionarse en las elecciones que se sucedan.
Las otras dos opciones de ámbito nacional, IU y UPYD, también mejoran con respecto a la cita con las urnas de noviembre, hasta tal punto que Izquierda Unida tendría probabilidad de llegar a completar la docena de diputados, pues pasaría de 11 a 12, mientras que UPYD, a la que castiga el sistema electoral vigente, no puede aspirar a su sexto escaño pero ve aumentar su intención de voto del 4,8% al 5,1%.
Con respecto al resto de formaciones con representación parlamentaria es de destacar el mantenimiento y continuidad en su expectativa de voto y número de parlamentarios.
El PSOE pierde fieles
Dos meses después de la celebración de las elecciones generales bajaría la participación del 68,9% al 68,2%, lo que supone que sobre un censo de 35,8 millones de votantes 11,4 millones no acudirían a votar ahora, frente a los 11,1 del 20-N. La gran mayoría de estos casi 300.000 ciudadanos que ahora no lo harían fueron votantes socialistas en noviembre, lo que constituye la principal razón del descenso en expectativa de voto experimentado por el PSOE en este periodo. La abstención es la opción elegida por el 44,8% de los censados de 18 a 29 años, que supera en 13,0 puntos la media nacional que se sitúa ahora en el 31,8. Entre los mayores de 29 la abstención se coloca por debajo de dicha media. Son pues los jóvenes menores de 30 años los menos participativos, fenómeno que se repite desde 1977 en todo tipo de elecciones: generales, autonómicas, municipales…, por lo que no es de esperar que este comportamiento se repita en estos ciudadanos a medida que vayan avanzando en edad, sino todo lo contrario: a mayor edad, mayor compromiso político de participación.
Los jóvenes, con el PP
El 74,11% de los españoles que votarían hoy optarían entre PP y PSOE, y el 25,89% al resto de candidaturas. Pero entre los menores de 30 años los porcentajes cambian; el 61,8% votaría PP o PSOE, mientras que el resto de partidos y coaliciones recibiría el 38.2 de estos votos jóvenes. A nivel general se constata que a más edad mayor es la concentración del voto alrededor del PP y PSOE; 69,4% entre los de 30/44 años, 77,1, entre los de 45/64 y 88,5 entre los mayores de 64. Entre los electores de 18 a 29 años, el PP es el más votado con el 36,3%; el PSOE recibe el 25,5. El resto de partidos suma el 38,2, superando en 1,9 puntos al PP y en 12,7 al PSOE. Este gran diferencial con respecto al PSOE compromete el voto socialista de toda una generación.
Fuente: La
Razón
Autor: Lorente Ferrer - Sociólogo
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