miércoles, 18 de enero de 2012

Pincelada: Don Manuel


Entre los numerosos comentarios que entre ayer y hoy han aparecido en la prensa nacional, muchos de ellos cargados de hipocresía y faltando u omitiendo opiniones sobre el curriculum del finado, que podrían ser consideradas en estas especiales circunstancias como pocas piadosas, el gran columnista  Manuel Alcántara ha publicado con ese estilo excepcional que le caracteriza, donde el gracejo malagueño encubre a menudo una acidez rayana en el cinismo, una glosa un tanto políticamente incorrecta, pero que se ciñe mucho más a la realidad que todas esas falsas loas a don Manuel, que hemos podido leer.

Para todos aquellos que no hayan oído nunca hablar de Manuel Alcántara, me he permitido hacer un mini resumen de su biografía:
Manuel Alcántara (Málaga, 1928) es poeta y columnista de opinión con una dilatada carrera profesional. Como poeta ha sido distinguido con los premios Antonio Machado, Nacional de Literatura, Hispanidad de Alforjas para la Poesía e Ibn Zaydún. Como articulista, ha recibido innumerables premios del periodismo español, entre los que destacan el Luca de Tena, el Mariano de Cavia y el González-Ruano. Nombrar aquí todos los galardones que posee, superaría el espacio de “Pinceladas”.
Y a continuación,  me complace ofrecerles la columna de Manuel Alcántara titulada: "Mereció de su patria".

M. Rey
  
“No era ni siquiera ministro, allá por el paleolítico superior, cuando conocí a Manuel Fraga. Fuimos en su coche oficial, de no mucha graduación, a una de aquellas fiestas poéticas llamadas juegos florales.
   
Iba él en calidad de mantenedor y yo de poeta premiado, o sea, de cazador de recompensas. Actuábamos en León y cada uno llevaba en su maleta el traje apropiado para la circunstancia. El suyo, un frac ya con bastantes condecoraciones, y el mío un esmoquin alquilado. Hablamos mucho en el trayecto, mejor dicho, habló él. Tenía ya un lenguaje sumarísimo, conminativo y con eso que en los crucigramas llaman «fuga de vocales». Parecía que estaba enfadado, pero también parecía que era enfadado. Me sorprendió su prodigiosa memoria. Se sabía versos del último ganador del premio Adonais y estaba al tanto de todas las revistas poéticas de todas las provincias. Me habló de su horario de trabajo, dos cosas que detesto incluso por separado. También me dijo que aspiraba al mismo epitafio de los patricios romanos: «Mereció de su patria». Ciertamente y al margen de opiniones, se lo ha ganado.
 
 
Más que a Cánovas, creo que le hubiese gustado que le compararan con Churchill. Cuando fue embajador de España en Londres adquirió un bombín a la medida inusual de su cráneo y una gabardina blanca. Me parece que no le caí mal, porque desde aquel remoto entonces me mandó muchos de los cientos de libros que fue publicando. Las dedicatorias son aún de más ardua lectura. Siempre hay que admirar la inteligencia, se encuentre donde se encuentre, y Manuel Fraga era eso que llamamos un superdotado al que solo le faltaba un punto de flexibilidad, que no de comprensión de los problemas. Su temperamento era su enemigo y el mal genio compitió con el genio.
 
 
Un español excepcional ha muerto después de hacerse acreedor, si no de la simpatía de todos, sí del respeto. España es difícil, pero tampoco es fácil ser como él fue.”
 
Fuente: La Verdad
Autor: Manuel Alcántara

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