Entre los numerosos
comentarios que entre ayer y hoy han aparecido en la prensa nacional, muchos de
ellos cargados de hipocresía y faltando u omitiendo opiniones sobre el
curriculum del finado, que podrían ser consideradas en estas especiales circunstancias
como pocas piadosas, el gran columnista
Manuel Alcántara ha publicado con ese estilo excepcional que le
caracteriza, donde el gracejo malagueño encubre a menudo una acidez rayana en
el cinismo, una glosa un tanto políticamente incorrecta, pero que se ciñe mucho
más a la realidad que todas esas falsas loas a don Manuel, que hemos podido
leer.
Para todos aquellos que no
hayan oído nunca hablar de Manuel Alcántara, me he permitido hacer un mini
resumen de su biografía:
Manuel
Alcántara (Málaga, 1928) es poeta
y columnista de opinión
con una dilatada carrera profesional. Como poeta ha
sido distinguido con los premios Antonio Machado, Nacional de Literatura, Hispanidad de Alforjas para la Poesía e
Ibn Zaydún. Como articulista, ha recibido innumerables premios del periodismo español, entre los que destacan el Luca de
Tena, el Mariano de Cavia y el González-Ruano. Nombrar aquí todos los
galardones que posee, superaría el espacio de “Pinceladas”.
Y a continuación, me complace ofrecerles la columna de Manuel
Alcántara titulada: "Mereció
de su patria".
M. Rey
M. Rey
“No era ni siquiera
ministro, allá por el paleolítico superior, cuando conocí a Manuel Fraga.
Fuimos en su coche oficial, de no mucha graduación, a una de aquellas fiestas
poéticas llamadas juegos florales.
Iba él en calidad de mantenedor
y yo de poeta premiado, o sea, de cazador de recompensas. Actuábamos en León y
cada uno llevaba en su maleta el traje apropiado para la circunstancia. El
suyo, un frac ya con bastantes condecoraciones, y el mío un esmoquin alquilado.
Hablamos mucho en el trayecto, mejor dicho, habló él. Tenía ya un lenguaje
sumarísimo, conminativo y con eso que en los crucigramas llaman «fuga de
vocales». Parecía que estaba enfadado, pero también parecía que era enfadado.
Me sorprendió su prodigiosa memoria. Se sabía versos del último ganador del
premio Adonais y estaba al tanto de todas las revistas poéticas de todas las
provincias. Me habló de su horario de trabajo, dos cosas que detesto incluso
por separado. También me dijo que aspiraba al mismo epitafio de los patricios
romanos: «Mereció de su patria». Ciertamente y al margen de opiniones, se lo ha
ganado.
Más que a Cánovas, creo que
le hubiese gustado que le compararan con Churchill. Cuando fue embajador de
España en Londres adquirió un bombín a la medida inusual de su cráneo y una
gabardina blanca. Me parece que no le caí mal, porque desde aquel remoto
entonces me mandó muchos de los cientos de libros que fue publicando. Las
dedicatorias son aún de más ardua lectura. Siempre hay que admirar la
inteligencia, se encuentre donde se encuentre, y Manuel Fraga era eso que
llamamos un superdotado al que solo le faltaba un punto de flexibilidad, que no
de comprensión de los problemas. Su temperamento era su enemigo y el mal genio
compitió con el genio.
Un español excepcional ha
muerto después de hacerse acreedor, si no de la simpatía de todos, sí del
respeto. España es difícil, pero tampoco es fácil ser como él fue.”
Fuente: La Verdad
Autor: Manuel Alcántara
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