Con motivo de la crisis mucho se denuesta contra la política y los políticos. Aquí debemos tener mucho cuidado. Una cosa es criticar una política mala y otra rechazar globalmente a la política y los políticos. Es cierto que algunos políticos con sus escándalos de corrupción desprestigian a la política, con lo cual ponen en entredicho la democracia, que con todas sus carencias sigue siendo el sistema menos malo entre todos los sistemas políticos. No podemos renunciar a la POLÍTICA, si no queremos renunciar a nuestras libertades, para mí, como periodista a la libertad de opinión y expresión, pero también a las demás libertades correspondientes con los derechos humanos. Sí podemos, sin embargo, castigar a la mala política y a los malos políticos, a la hora de votar, por ejemplo, votando en blanco. Abstenerse es antidemocrático. El voto en blanco significa que hemos hecho uso de nuestro derecho a votar, pero que no nos inspiran confianza ni los políticos del Gobierno ni los de la Oposición. Pero lo mejor en democracia es votar al partido que consideramos nuestro, al margen de sus políticos.
En la sociedad existe la falsa creencia de que el político es un ser excepcional. No lo es. El político es un ciudadano como otro cualquiera, cuyo deber es representar y defender nuestras ideas y nuestros intereses. También existen fantasías, convertidas en rumores, de lo que ganan los políticos. A ello contribuyen los propios políticos que con sus corruptelas y sus chanchullos abonan los rumores. El único político que ha revelado cuánto gana al mes es José Luis Rodríguez Zapatero. Su sueldo asciende a 7.665,2 euros mensuales. Hay médicos en Madrid que ganan más que el presidente del Gobierno. Un ministro gana actualmente 78.881,26 euros brutos al año. Se da la contradicción que un presidente autonómico gane 90.991,7 euros anuales (más que Zapatero). El sueldo anual del alcalde de una gran ciudad es de unos 89.583 euros anuales de media.
Tampoco el jefe de la oposición ha de temer correr la suerte de los ciudadanos de las capas más bajas de la población, protagonistas de programas de la televisión (como “España en directo” de TVE 1 o “Callejeros” en La 4), en los que vemos a mendigos durmiendo en cartones en el suelo, a gitanos moradores de auténticas ruinas de casas, sin agua y sin luz, a parados, a drogadictos e incluso a atracadores. Muchas de estas personas sobreviven gracias a organizaciones privadas o a ONGS y Cáritas, con sus comedores gratuitos. ¿Ven los alcaldes estos programas? ¿Los ven los diputados en el Congreso? Naturalmente que los ministros o el presidente del Gobierno no los verán. Lo más seguro es que esa gente ni siquiera sea electorado. El pobre Rajoy ganaba hasta ahora como diputado 45.000 euros anuales, más dietas y gastos de representación: 75.000 euros anuales. Los rumores insisten en que el jefe de la oposición percibe 300.000 brutos anuales por parte del PP, más 7.000 euros anuales por parte del Congreso. Como ya escribí una vez, en España el rumor adquiere la naturaleza de noticia, mientras que la noticia se disfraza de rumor.
En la sociedad existe la falsa creencia de que el político es un ser excepcional. No lo es. El político es un ciudadano como otro cualquiera, cuyo deber es representar y defender nuestras ideas y nuestros intereses. También existen fantasías, convertidas en rumores, de lo que ganan los políticos. A ello contribuyen los propios políticos que con sus corruptelas y sus chanchullos abonan los rumores. El único político que ha revelado cuánto gana al mes es José Luis Rodríguez Zapatero. Su sueldo asciende a 7.665,2 euros mensuales. Hay médicos en Madrid que ganan más que el presidente del Gobierno. Un ministro gana actualmente 78.881,26 euros brutos al año. Se da la contradicción que un presidente autonómico gane 90.991,7 euros anuales (más que Zapatero). El sueldo anual del alcalde de una gran ciudad es de unos 89.583 euros anuales de media.
Tampoco el jefe de la oposición ha de temer correr la suerte de los ciudadanos de las capas más bajas de la población, protagonistas de programas de la televisión (como “España en directo” de TVE 1 o “Callejeros” en La 4), en los que vemos a mendigos durmiendo en cartones en el suelo, a gitanos moradores de auténticas ruinas de casas, sin agua y sin luz, a parados, a drogadictos e incluso a atracadores. Muchas de estas personas sobreviven gracias a organizaciones privadas o a ONGS y Cáritas, con sus comedores gratuitos. ¿Ven los alcaldes estos programas? ¿Los ven los diputados en el Congreso? Naturalmente que los ministros o el presidente del Gobierno no los verán. Lo más seguro es que esa gente ni siquiera sea electorado. El pobre Rajoy ganaba hasta ahora como diputado 45.000 euros anuales, más dietas y gastos de representación: 75.000 euros anuales. Los rumores insisten en que el jefe de la oposición percibe 300.000 brutos anuales por parte del PP, más 7.000 euros anuales por parte del Congreso. Como ya escribí una vez, en España el rumor adquiere la naturaleza de noticia, mientras que la noticia se disfraza de rumor.
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