Este año, que estamos estrenando, nos llega cargado de incógnitas. ¿Cuándo superaremos la crisis? Alemania dice haberla superado ya, pero nosotros no podemos compararnos con el motor de Europa. ¿Renunciará Zapatero a la presidencia del Gobierno y convocará elecciones anticipadas? Esto es lo que viene exigiendo el PP desde el comienzo de la legislatura, apoyando su exigencia en una oposición muy desleal, no con el PSOE, sino con la ciudadanía española. Pero a mi parecer, a Rajoy, en estos momentos, no le conviene ser presidente del Gobierno. En lo más profundo de su alma política, Rajoy preferiría que Zapatero se mantenga en el poder, a trancas y barrancas y cabreando a su propio partido, el PSOE, hasta el final de la legislatura. No obstante, una mayoría de los españoles sabe que en unas elecciones generales ahora, el PP ganaría por goleada. Pero Rajoy no está dispuesto a asumir todavía una herencia tan pesada como la creada por el capitalismo internacional, y adjudicada demagógicamente por Rajoy y sus portavoces a Zapatero y el PSOE.
La victoria del PP tendrá serias consecuencias para el pensamiento socialista. Leyes como la ampliación de la ley del aborto, la de la memoria histórica, la de la educación para la ciudadanía, entre otras, muy probablemente vuelvan a desaparecer. El PP es el mejor amigo y el más fiel aliado de la Iglesia nacionalcatólica española. Ni al primero ni a la segunda les interesa en absoluto que se haga la luz sobre el periodo histórico fascista español y se depuren responsabilidades, aunque sea moralmente y en forma de sendas condenas de la dictadura, que apenas hemos dejado atrás. Por cierto, la Iglesia católica española mantiene un discreto silencio. O considera que los días políticos de Zapatero están contados o también muestra su “agradecimiento” por todas las concesiones que ha arrancado al gobierno socialdemócrata, entre ellas la subvención a la visita del Papa y, principalmente, que en el estricto plan de austeridad impuesto a la sociedad española, Zapatero no haya hablado de las millonarias concesiones a la Iglesia católica, ni de su enorme patrimonio, exento del IVA. Rouco pensará: “Esperemos con nuestra tradicional paciencia (heredada de los árabes) a que pase el cadáver político de Zapatero por delante de nuestra puerta y se siente en el trono nuestro amigo Rajoy. Realmente, sería una auténtica sorpresa y decepción si para entonces, como creen poder vaticinar algunos, Rajoy no fuese ya el candidato del PP, al que, seamos justos, ha imprimido un sello de modernidad, dentro de su cerrado conservadurismo.
La victoria del PP tendrá serias consecuencias para el pensamiento socialista. Leyes como la ampliación de la ley del aborto, la de la memoria histórica, la de la educación para la ciudadanía, entre otras, muy probablemente vuelvan a desaparecer. El PP es el mejor amigo y el más fiel aliado de la Iglesia nacionalcatólica española. Ni al primero ni a la segunda les interesa en absoluto que se haga la luz sobre el periodo histórico fascista español y se depuren responsabilidades, aunque sea moralmente y en forma de sendas condenas de la dictadura, que apenas hemos dejado atrás. Por cierto, la Iglesia católica española mantiene un discreto silencio. O considera que los días políticos de Zapatero están contados o también muestra su “agradecimiento” por todas las concesiones que ha arrancado al gobierno socialdemócrata, entre ellas la subvención a la visita del Papa y, principalmente, que en el estricto plan de austeridad impuesto a la sociedad española, Zapatero no haya hablado de las millonarias concesiones a la Iglesia católica, ni de su enorme patrimonio, exento del IVA. Rouco pensará: “Esperemos con nuestra tradicional paciencia (heredada de los árabes) a que pase el cadáver político de Zapatero por delante de nuestra puerta y se siente en el trono nuestro amigo Rajoy. Realmente, sería una auténtica sorpresa y decepción si para entonces, como creen poder vaticinar algunos, Rajoy no fuese ya el candidato del PP, al que, seamos justos, ha imprimido un sello de modernidad, dentro de su cerrado conservadurismo.
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