El Partido Popular está claramente volcado a la conquista del centro. Y puede conseguirlo gracias a la demagogia del líder de la oposición, que en su populismo se dirige a los parados, los trabajadores y autónomos, mientras que al PSOE, por estar en el Gobierno, le ha tocado la ingrata tarea de adoptar duras medidas de austeridad. El problema de José Luís Rodríguez Zapatero es, en primer lugar, que se ha visto forzado por la Unión Europea, compuesta mayoritariamente por gobiernos conservadores, a hacer recortes que, en especial, duelen a los menos favorecidos en la sociedad. La Unión Europea (UE) teme que España se convierta en otra Grecia arruinada, lo cual soliviantó en primer lugar a Alemania, que es dentro de la UE la que más paga. Todavía hoy, el temor de un hundimiento de Portugal y España no ha desaparecido, pese a las corteses palmaditas en la espalda y apretones de manos con Zapatero en las reuniones europeas. Sobre el gobierno de Zapatero pende la espada de Damocles de los círculos financieros internacionales que exigen que España siga apretando más las tuercas en lo económico.
Rajoy no tiene esa pesada responsabilidad sobre su cabeza. Por el contrario, él puede prometer a los parados, los trabajadores, los pensionistas (¿jubilación a los 67 años?) convertir su precaria existencia en un remanso de paz. Rajoy se está desprendiendo de los más derechistas –“la derechona”- y está dando una imagen más juvenil y dinámica al PP, en lo que influye en cierta manera el nombramiento de Soraya Saenz de Santa María como portavoz del grupo popular en el Congreso, y de María Dolores de Cospedal como secretaria general del PP y candidata de los populares en las elecciones autonómicas de Castilla-La Mancha, donde empieza a tambalearse el sillón del actual presidente, Barreda. Si las encuestas aciertan, el PP no sólo ganará las elecciones generales, también irá ganando las municipales y las autonómicas. Los que hemos vivido una dictadura de casi 40 años, nos sentimos preocupados por la mayoría absoluta, total, de un solo partido, sea el PP o –lo que es menos probable- el PSOE. Una vez en el poder, la derecha raramente lo pierde. La abstención daña a la democracia. Si no se sabe a qué partido votar, con el voto en blanco se castiga a los partidos y se hace uso del derecho y deber constitucionales de acudir a las urnas.
El aparato dirigente del PSOE es demasiado rígido y está en manos de oportunistas como Zapatero, que además está demostrando su diletantismo desde su nombramiento. No se deja crecer a las jóvenes generaciones para disponer de auténticos líderes. Los jóvenes socialistas tienen malos ejemplos.
Rajoy no tiene esa pesada responsabilidad sobre su cabeza. Por el contrario, él puede prometer a los parados, los trabajadores, los pensionistas (¿jubilación a los 67 años?) convertir su precaria existencia en un remanso de paz. Rajoy se está desprendiendo de los más derechistas –“la derechona”- y está dando una imagen más juvenil y dinámica al PP, en lo que influye en cierta manera el nombramiento de Soraya Saenz de Santa María como portavoz del grupo popular en el Congreso, y de María Dolores de Cospedal como secretaria general del PP y candidata de los populares en las elecciones autonómicas de Castilla-La Mancha, donde empieza a tambalearse el sillón del actual presidente, Barreda. Si las encuestas aciertan, el PP no sólo ganará las elecciones generales, también irá ganando las municipales y las autonómicas. Los que hemos vivido una dictadura de casi 40 años, nos sentimos preocupados por la mayoría absoluta, total, de un solo partido, sea el PP o –lo que es menos probable- el PSOE. Una vez en el poder, la derecha raramente lo pierde. La abstención daña a la democracia. Si no se sabe a qué partido votar, con el voto en blanco se castiga a los partidos y se hace uso del derecho y deber constitucionales de acudir a las urnas.
El aparato dirigente del PSOE es demasiado rígido y está en manos de oportunistas como Zapatero, que además está demostrando su diletantismo desde su nombramiento. No se deja crecer a las jóvenes generaciones para disponer de auténticos líderes. Los jóvenes socialistas tienen malos ejemplos.
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