“Hay que cambiar las balas por palabras”. = Esta frase profundamente pacifista, que no quiere decir otra cosa que las palabras –por mucho que duelan– nunca pueden llegar a herir de muerte, se atribuye al poeta José Hierro del Real (1922 – 2002), considerado como uno de los grandes poetas sociales de la posguerra, en alusión a su primera obra “Una bala le ha matado”, publicada en 1937 durante la II República. José (Pepe para los amigos), madrileño de nacimiento pero santanderino de adopción, es encarcelado al finalizar la guerra civil y, como aparte de escribir poemas no hay ninguna constancia de que haya cometido delito de sangre alguno, le indultan en 1944. Su dedicación casi exclusiva a las letras le lleva, sin abandonar la poesía, al campo de la crítica literaria. A pesar de las dificultades con la censura, en 1947 consigue editar bajo el nombre “Tierra sin nosotros” una recopilación de poemas sobre sus vivencias en aquellos años críticos. En ese mismo año gana el premio Adonais y, tras algunas distinciones de menor importancia, en 1953 logra alzarse con el Premio Nacional de Poesía por “Quinta del 42”. A partir de ahí, todo son reconocimientos para su obra (el más importante, en 1998, el Premio de Literatura Miguel de Cervantes). Eso, unido a sus múltiples actividades como conferenciante, crítico literario en Radio Nacional de España y diversos periódicos de renombre (amén de ser nombrado miembro de la Real Academia Española de la Lengua en 1999), le permite la bonanza de una vida tranquila y económicamente asegurada hasta el fin de sus días, el 21 de diciembre de 2002. Para los amantes de la poesía, a continuación una pequeña muestra de la maestría de José Hierro. Se trata de su poema “Vida” (de: “Cuaderno de Nueva York” 1998).
“Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito ¡Todo!, y el eco dice ¡Nada!
Grito ¡Nada!, y el eco dice ¡Todo!
Ahora sé que la nada lo era todo
Grito ¡Nada!, y el eco dice ¡Todo!
Ahora sé que la nada lo era todo
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.”
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.”
“Ver luz al final del túnel”. = En sentido figurado: Tener fundadas esperanzas de que la mala racha se esté acabando y de que ya empieza una etapa mejor.
“Engatusar a alguien”. = Ganarse a alguien con mimos y con adulaciones. Equivale a “seducir”.
“Engancharse”. = Habituarse a una droga. También se emplea cuando alguien está muy enamorado y es muy dependiente de su pareja: “Carlos está enganchado a Luisa”.
“Más malo que la quina”. = Muy malo, ruin. La quina es un líquido medicinal de sabor amargo que se extrae del árbol del quino. También se utiliza para la preparación de una bebida tónica azucarada que sirve para abrir el apetito.
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