“Llevar un cinturón de castidad emocional”. = Qué bonita e ingeniosa frase para expresar que alguien no es capaz de dar rienda suelta a sus sentimientos porque lleva un invisible y férreo corsé mental que se lo impide. En la escuela aprendimos que el cinturón de castidad era una mezcla de cinturón y de braga de hierro que los caballeros medievales que partían a las cruzadas obligaban a sus esposas a enfundarse para asegurarse su fidelidad durante su ausencia. Naturalmente, para estar completamente seguros de que no iba a pasar nada, cerraban el candado y se llevaban consigo la llave. Como ocurre con tantas otras historias antiguas, nos encontramos ante un mito sin rigor histórico alguno. Sí, es cierto que ese artilugio existió, pero no era apto para ser llevado mucho tiempo, sólo unas pocas horas o, a lo sumo un par de días. De no ser así, según Wikipedia, “la mujer que lo llevase moriría víctima de infecciones, abrasiones y laceraciones provocadas por el contacto con el metal”. Lo cierto es que las damas lo utilizaban de motu propio para evitar ser violadas si tenían que desplazarse y pernoctar en alguna posada o albergue. También era utilizado por monjas que tenían que cuidar a militares heridos. De hecho, la Edad Media era bastante libre en sus costumbres (y si no miren de cerca a algunas de las figuras talladas en iglesias y catedrales, que practican ciertas actividades que hoy podríamos calificar de pornográficas), por lo que la teoría del cruzado celoso carece de todo fundamento. Se sabe, sin embargo, que una especie de cinturón de castidad con púas pudo ser usado por la Inquisición como instrumento de tortura para arrancar confesiones y también que algunos religiosos llevaban su versión masculina para evitar “deseos sexuales impuros”, de los que también formaba parte la masturbación (considerada pecado mortal), ya que el cinturón-braga de hierro impedía la erección. Se lo crean o no, el cinturón de castidad se ha vuelto a poner de moda de un tiempo a esta parte. En la actualidad se utiliza como juguete erótico, sobre todo en prácticas sado-maso, y existen innumerables “modelitos” confeccionados con materiales de todo tipo que se pueden comprar en sex-shops o, incluso, a través de Internet.
“Gallo que es bueno, lo mismo canta en su corral que en el ajeno”. = Refrán machista que quiere dar a entender que a un hombre experto y potente no le faltarán “gallinitas” a quien cubrir ni en su ámbito particular ni fuera de él.
“Ser un trapisondas”. = Ser un embrollón, alguien dado a los enredos y alborotos.
“Es más desagradable que Frankenstein comiendo alitas de pollo”. = Sobran comentarios.
”Tener la sartén por el mango”. = Mandar, dominar la situación.
“¡Qué tostón!”. = ¡Qué pesado! ¡Qué aburrido! “Dar el tostón”: Dar la lata, la brasa, la vara.
“Memez”. = Tontería, idiotez. “Memo”: tonto.
“Pirao”. = Chala(d)o, chiflado.
“Darle a la droga”. = Consumir drogas.
“Gallo que es bueno, lo mismo canta en su corral que en el ajeno”. = Refrán machista que quiere dar a entender que a un hombre experto y potente no le faltarán “gallinitas” a quien cubrir ni en su ámbito particular ni fuera de él.
“Ser un trapisondas”. = Ser un embrollón, alguien dado a los enredos y alborotos.
“Es más desagradable que Frankenstein comiendo alitas de pollo”. = Sobran comentarios.
”Tener la sartén por el mango”. = Mandar, dominar la situación.
“¡Qué tostón!”. = ¡Qué pesado! ¡Qué aburrido! “Dar el tostón”: Dar la lata, la brasa, la vara.
“Memez”. = Tontería, idiotez. “Memo”: tonto.
“Pirao”. = Chala(d)o, chiflado.
“Darle a la droga”. = Consumir drogas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario