En un mercadillo artesano me dieron a probar un licor de agradable sabor con el curioso nombre de “Pichín Real”. Al parecer, este producto se había hecho con dos galardones en ferias especializadas, uno en 2008 y otro en 2011. Se trata de una crema (licor) a base de jalea real y otros ingredientes que se fabrica en una empresa familiar (“El tío Picho”) de Las Mestas (Cáceres) que se dedica a la elaboración, comercialización y venta directa a través de su página web “eltiopicho.com” de una vasta gama de productos hechos con miel, polen y otros derivados apícolas.
Por asociación de ideas me vino a la mente una bebida reconstituyente que se hizo muy famosa en nuestro país allá por la década de los ochenta del siglo pasado, el “Ciripolen”. Su inventor, Cirilo Marcos Domínguez (Don Cirilo), había sido primero emigrante y, ya de retornado, desempeñó oficios tan variados como taxista, apicultor y carnicero. Sin embargo, la celebridad le llegaría después de adquirir un bar-restaurante en su pueblo natal de Las Mestas.
Cuentan que como el pueblo no disponía ni de médico ni de farmacéutico, Cirilo se curó él mismo un ataque de ácido úrico con una receta heredada de su padre (el “tío Picho”) hecha a base de leche, cacao, polen, jalea real y miel de Las Hurdes, muy apreciada por su exquisito sabor. Y como el resultado obtenido fue muy positivo para contrarrestar sus dolencias, decidió vender ese producto artesano en su establecimiento. Y el “boca a boca” hizo el resto.
En efecto, gracias a la publicidad gratuita en la prensa escrita, en la radio y en la televisión, el “Ciripolen” se vendió como rosquillas e incluso se organizaron circuitos turísticos en autobús a Las Mestas, con parada obligatoria en el bar de Cirilo para adquirir su “Ciripolen”.
Las múltiples cualidades de la miel y sus subproductos son sobradamente conocidas. Si a eso le añadimos las propiedades curativas y tónicas de algunas plantas, es muy posible que los resultados del “Ciripolen” como cóctel energético no sean ningún bulo. Ahora bien, lo que sí que podría ser un producto de la fantasía popular es atribuirle al “Ciripolen” poderes afrodisíacos que van mucho más allá de lo que se espera de un preparado vigorizante.
Sea como fuere, para poder satisfacer la creciente demanda, Cirilo comenzó a elaborar no sólo el “Ciripolen” a gran escala, sino también diversos artículos a base de miel y sus derivados. Aunque la fabricación siguió siendo artesanal, se optó por métodos más modernos y semitecnificados.
El éxito del preparado fue tal que incluso el Rey don Juan Carlos, en una visita oficial a Las Hurdes en 1998, hizo un alto en el camino y se acercó al bar de Cirilo para probar una copita de “Ciripolen”. Lo que no sabemos es si hizo alguna compra privada para llevarse a La Zarzuela.
Aunque estuvo un tiempo sin fabricarse industrialmente, desde 2009 el “Ciripolen” se elabora de nuevo, aunque ahora como licor (“Crema de Ciripolen”) y se puede comprar en venta directa por internet. Según se puede leer en la página web de don Cirilo “ciripolen.com”, este nuevo producto tiene “los mismos ingredientes naturales y efectos beneficiosos que su antecesor”. Quizás no estaría de más comprobarlo.
Margarita Rey
Por asociación de ideas me vino a la mente una bebida reconstituyente que se hizo muy famosa en nuestro país allá por la década de los ochenta del siglo pasado, el “Ciripolen”. Su inventor, Cirilo Marcos Domínguez (Don Cirilo), había sido primero emigrante y, ya de retornado, desempeñó oficios tan variados como taxista, apicultor y carnicero. Sin embargo, la celebridad le llegaría después de adquirir un bar-restaurante en su pueblo natal de Las Mestas.
Cuentan que como el pueblo no disponía ni de médico ni de farmacéutico, Cirilo se curó él mismo un ataque de ácido úrico con una receta heredada de su padre (el “tío Picho”) hecha a base de leche, cacao, polen, jalea real y miel de Las Hurdes, muy apreciada por su exquisito sabor. Y como el resultado obtenido fue muy positivo para contrarrestar sus dolencias, decidió vender ese producto artesano en su establecimiento. Y el “boca a boca” hizo el resto.
En efecto, gracias a la publicidad gratuita en la prensa escrita, en la radio y en la televisión, el “Ciripolen” se vendió como rosquillas e incluso se organizaron circuitos turísticos en autobús a Las Mestas, con parada obligatoria en el bar de Cirilo para adquirir su “Ciripolen”.
Las múltiples cualidades de la miel y sus subproductos son sobradamente conocidas. Si a eso le añadimos las propiedades curativas y tónicas de algunas plantas, es muy posible que los resultados del “Ciripolen” como cóctel energético no sean ningún bulo. Ahora bien, lo que sí que podría ser un producto de la fantasía popular es atribuirle al “Ciripolen” poderes afrodisíacos que van mucho más allá de lo que se espera de un preparado vigorizante.
Sea como fuere, para poder satisfacer la creciente demanda, Cirilo comenzó a elaborar no sólo el “Ciripolen” a gran escala, sino también diversos artículos a base de miel y sus derivados. Aunque la fabricación siguió siendo artesanal, se optó por métodos más modernos y semitecnificados.
El éxito del preparado fue tal que incluso el Rey don Juan Carlos, en una visita oficial a Las Hurdes en 1998, hizo un alto en el camino y se acercó al bar de Cirilo para probar una copita de “Ciripolen”. Lo que no sabemos es si hizo alguna compra privada para llevarse a La Zarzuela.
Aunque estuvo un tiempo sin fabricarse industrialmente, desde 2009 el “Ciripolen” se elabora de nuevo, aunque ahora como licor (“Crema de Ciripolen”) y se puede comprar en venta directa por internet. Según se puede leer en la página web de don Cirilo “ciripolen.com”, este nuevo producto tiene “los mismos ingredientes naturales y efectos beneficiosos que su antecesor”. Quizás no estaría de más comprobarlo.
Margarita Rey
Por asociación de ideas me vino a la mente una bebida reconstituyente que se hizo muy famosa en nuestro país allá por la década de los ochenta del siglo pasado, el “Ciripolen”. Venta Jalea Real
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