lunes, 18 de febrero de 2019

RECUERDOS DE MI MANUEL/ Nuestra lengua: Qué español?






La creciente afluencia de profesionales de Radio y Televisión, así como de profesores de español hispanoamericanos a Europa está planteando un interesante problema, que no se presenta, por ejemplo, en Estados Unidos, donde, por la relativa vecindad geográfica y la numerosa población de “hispanics”, lo hispanoamericano es la referencia más directa con el español para el norteamericano medio. En USA, los locutores y “anchormen” de las emisoras en español son exclusivamente hispanoamericanos. También en Alemania se está dando ya un fenómeno parecido. La mayoría de los colaboradores de la “Deutsche Welle” (“La Voz de Alemania”) y de otras emisoras alemanas que emiten algún espacio en castellano, son asimismo de Hispanoamérica. Hay ya incluso conocidos hispanistas que afirman en serio que el español peninsular es anticuado.

El problema es nuevo en Europa, y dentro de Europa en Alemania, donde hasta hace sólo unas décadas el español que se enseñaba en los centros de idiomas era exclusivamente el peninsular. Hoy puede decirse que en algunas instituciones de enseñanza de lenguas, como las “Volkshochschulen” (Universidades Populares), son mayoría los docentes de español latinoamericanos, no porque escaseen españoles con la suficiente preparación didáctica, sino por motivos económicos: el profesor latinoamericano es menos exigente y más barato que el español, que como ciudadano de la Unión Europea, tiene los mismos derechos laborales y salariales que los nacionales del país europeo en que residen, en este caso concreto Alemania.

En mi exposición voy a referirme en lo sucesivo a Alemania, que es el país donde vivo y por lo tanto observo directamente el fenómeno. Para no despertar los consabidos recelos, apuntaré de entrada que español es todo lo que se habla en el ámbito de la cultura hispánica y que ningún país hispanohablante puede monopolizar cuál sea el mejor español. También es cierto, como apuntaban eminentes académicos como don Fernando Lázaro Carreter, que el español ya no es patrimonio exclusivo de nosotros, los peninsulares. Dicho esto, habrá que plantearse la cuestión de qué es español y de qué español habrá que enseñarse a los extranjeros para no imbuirles una jerigonza ininteligible tanto en España como en cualquier país latinoamericano. A mí, personalmente, me parece absurdo que a un alemán se le enseñe el americanismo “tacho” y que no sepa que el tacho en castellano de España es el cubo de la basura. También es un galimatías que los alumnos alemanes aprendan indistintamente el voseo, el tú y el uso del usted en algunos países latinoamericanos, lo cual sucede cuando se turnan en la enseñanza profesores colombianos, peruanos, chilenos argentinos y españoles.

Español es todo lo que se habla en el ámbito que hemos dado en llamar hispánico. Tan español es “guisante” como “arveja” (“arvejita” en Perú), “falda” y “pollera”, “grifo” o “caño” (Perú), con la peculiaridad añadida de que muchos de los llamados americanismos son en realidad palabras arcaicas castellanas, que ya no se usan en España o sólo se oyen en un ámbito dialectal muy reducido. En cuanto a “arveja”, del latín “ervilia”, el DRAE la recoge en primera acepción como “algarroba”. Las consecuencias concretas de esta confusión de vocabulario que puede creársele al estudiante extranjero de nuestra lengua al confrontarlo, sin previo aviso, con las más diversas variantes del español, pueden resumirse en una anécdota, vivida por un amigo mío alemán, que había estudiado español con una profesora colombiana. De visita en Madrid, entró en un café y pidió una taza de tinto. El camarero, con sorna, le preguntó: “¿Es que en su país beben ustedes el tinto en tazas?” Por supuesto, mi amigo quería una taza de café.

Creo que todas las instituciones españolas, cuyo cometido es la difusión y fomento del español en el Exterior, entre ellas muy principalmente las Consejerías de Cultura y los centros del Instituto Cervantes deberían tomar cartas en el asunto para atajar lo que, si se deja descontrolado el proceso, bien podrá convertirse en una Torre de Babel española en Europa. Sería conveniente que estas instituciones estudiaran el asunto a fondo con las respectivas asociaciones de profesores de español e incluso con las autoridades de los países europeos responsables de la enseñanza de lenguas en centros oficiales.

Y naturalmente es necesario que los propios centros del Instituto Cervantes prediquen con el ejemplo, estableciendo para sí mismos unas normas claras en cuanto al profesorado idóneo para impartir clases de español y las normas que habrán de seguirse para hacer más homogénea la enseñanza de nuestra lengua en el caso de que en su profesorado también figuren docentes latinoamericanos.
 
No se trata de discriminar, sino de aplicar lo que el ya mencionado Filólogo y antiguo Director de la Real Academia de la Lengua, Lázaro Carreter, refería de sí mismo. Sin dejar de ser maño, Lázaro Carreter se esforzó por aprender un castellano estándar cuando se decidió a dedicarse a la enseñanza del español. No va a exigirse que el docente latinoamericano falsifique su pronunciación y abandone su seseo, pero sí es preciso que conozca y explique a sus alumnos extranjeros el correcto sonido en castellano de la “z” y de la “c” con este valor fonético. La sintaxis, la prosodia y la morfología son elementos fundamentales de cualquier idioma. Es cierto que estos elementos no son siempre iguales, ni en España (donde hay numerosas variedades regionales: Andalucía, Extremadura, La Mancha...) ni mucho menos en Hispanoamérica, donde cada nación tiene sus propias variantes sintácticas, prosódicas y morfológicas, y donde dentro de cada país hay millares de diferencias locales. En este orden de ideas, me parece absurda la opinión expresada en una entrevista por una profesora argentina de español en Alemania que incluso reivindicaba la enseñanza en sus clases del habla de Buenos Aires.
 
En mi opinión, la solución más razonable sería que se llegara a un acuerdo sobre un español “normativo” como el que viene utilizando Radio Exterior de España y TVE Internacional, y que sólo en el caso de que alumnos, que por motivos particulares o profesionales vayan a residir en un determinado país latinoamericano, se encargue a un profesor de dicho país que les enseñe el español allí hablado. Lo que no es admisible es mezclar churras con merinas. El estudiante extranjero tiene perfecto derecho a saber de antemano qué español está aprendiendo, lo mismo que puede elegir si desea aprender el inglés de Inglaterra o el de los Estados Unidos.
 
Hay otro aspecto que ya es casi político: España y el español son desplazados lenta pero eficazmente por lo latinoamericano en Europa. La expansión lingüística, cultural y folklórica latinoamericana por Francia y Alemania (por sólo nombrar dos ejemplos conocidos) es innegable e imparable. Cada vez más franceses y alemanes se sienten atraídos por Latinoamérica (fuera de España no puede decirse ya Hispanoamérica sin despertar recelos de imperialismo y provocar protestas “nacionalistas” latinas) y obvian a España, que les parece un país demasiado europeo, es decir, cotidiano. Como escribió Rosa Mora el 20.2.98 en un artículo en EI País titulado “Los latinos marcan el ritmo”, en España mismo se reconoce el gran empuje de la cultura “latina”.

Como hispanohablantes podemos enorgullecernos del gran auge de lo “latino”, de su literatura y cultura. Pero no caigamos en el error de creernos partícipes o incluso motores de este fenómeno. A la postre, si no mantenemos la iniciativa, España podrá verse convertida en una anticuada península en lo lingüístico y lo cultural. Los que vivimos en el centro de Europa venimos observando cómo avanza el fenómeno. Este es un gran desafío en la época de la televisión por satélite, de los medios audiovisuales digitales y del Internet que España no sólo debe aceptar sino convertirlo en un triunfo en Europa y en el resto del mundo.
Manuel Moral (✝ 24.04.2017)
Múnich 1998


 

Pincelada: Los presupuestos participativos







El pasado día 13 de febrero se celebró en el Ateneo de Albacete la presentación oficial de la iniciativa Albacete Concejo Abierto. En el turno de preguntas y respuestas, alguien sacó a colación el tema de la financiación del proyecto pero no se pudo ahondar en el tema dado el gran número de personas que estaban deseando intervenir en el debate.

Una lástima, porque poco antes de comenzar el acto, el ex alcalde de Albacete, Manuel Pérez Castell, en una entrevista para el diario digital LA CERCA, que pueden ver siguiendo el enlace, había precisamente mencionado una posibilidad que contempla la ley: la de recurrir a los Presupuestos Participativos que consideran la implicación directa de la población. Este mecanismo permite que sean los propios ciudadanos quienes decidan en qué se va a gastar el dinero público o parte de él.

Como no soy muy ducha en la materia pero sí curiosa por naturaleza, me he pasado el domingo informándome sobre este modo de influir en algunas tomas de decisiones del Consistorio local. En mi búsqueda, he descubierto publicaciones supereinteresantes que tratan esta materia. Entre ellas, gobierto.es cuya lectura les aconsejo si se interesan por el tema. Todas, sin excepción, me han sido de gran ayuda a la hora de redactar este pequeño artículo.
 
A los que piensen que se trata de una utopía, les diré que el País Vasco y Andalucía fueron las autonomías pioneras en España en apostar por los Presupuestos Participativos.  En los años 90 se produjeron los primeros experimentos en municipios como Idiazabal para debatir la construcción de instalaciones deportivas. Entretanto, Bilbao, p.ej., tiene una estructura participativa muy consolidada. En el año 2001, los municipios andaluces de Córdoba, Puente Genil y Las Cabezas de San Juan pusieron en marcha iniciativas mucho más ambiciosas. Desde entonces, la mayoría de ciudades españolas se han sumado a la lista de localidades que han optado por ese instrumento de participación ciudadana.

También aquí en Albacete, anunciada a bombo y platillo, se creó el año pasado una plataforma llamada "Mejoralbacete", supuestamente para mejorar el Proceso de Presupuestos Participativos. Sin embargo, dudo mucho que se hayan hecho grandes cosas, algunas de ellas quizás por falta de información y participación de los ciudadanos. Un ejemplo:  A pesar de las denuncias de la oposición (PSOE), hasta el día de hoy las obras de rehabilitación de los depósitos de la Fiesta del Árbol siguen paralizadas. Y es que el culebrón trae cola desde hace años (el proyecto de adecuación de este espacio fue aprobado a finales de 2015 y hasta el día de hoy no se ha hecho prácticamente nada para mejorar su estado).

Cuando funcionan correctamente, los presupuestos participativos traen consigo innumerables ventajas:

1. Permiten que los vecinos tengan absoluto control de todo lo que acontece en su municipio.

2. Son sinónimo de transparencia, ya que cada ciudadano sabe en qué se gasta el dinero de sus impuestos.

3. Son una herramienta de participación ciudadana, lo que significa una absoluta democratización de la gestión pública.

4. Suponen asimismo un encuentro de la población con sus gobernantes para consensuar las decisiones sobre la gestión pública, y en especial sobre el presupuesto.

5. Implica a los ciudadanos en la satisfacción de sus necesidades creando espacios de debate. Las asambleas vecinales que se realizan previamente son especialmente recomendables para integrar a los vecinos en el creciente anonimato de las ciudades.

Llama la atención que, si bien las ordenanzas municipales recogen expresamente esta herramienta de participación ciudadana, ésta todavía no se contemple en la legislación española.
Conclusión: Queda mucho por hacer. Los presupuestos municipales se redactan generalmente sin consultar a los ciudadanos porque éstos a menudo desconocen que tienen la posibilidad de influir en su elaboración. Es importante pues decidir entre todos cómo se gasta una parte de nuestro dinero.
Queremos que nuestra opinión cuente y que el dinero del contribuyente se reparta bien en proyectos razonables para todos, entre los que se encuentra el de mejorar la calidad de vida de los albaceteños.  Esto incluye entre otras cosas el cuidado de parques y jardines para realizar allí actividades lúdicas o, simplemente, como puntos de encuentro, así como la peatonalización de algunas calles de nuestra ciudad.

Nosotros, desde Albacete Concejo Abierto, pondremos todo nuestro empeño para que este sueño se convierta más pronto que tarde en realidad.

Margarita Rey




Fuentes:
Nosoloaytos (Blog de Víctor Almonacid)
iesa.csic.es
DEFINICIÓN DE
gobierto.es
presupuestosparticipativos.com
eldiario.es




Atalaya: Insuflar vida a la ciudad





El pasado jueves, en la presentación del proyecto “Albacete Concejo Abierto”, creado por un grupito de intelectuales e idealistas de a pie para mejorar los espacios públicos de Albacete (zonas verdes, peatonalización, etc.) expuse a los asistentes alguna de mis experiencias en Alemania.

En el curso de mi vida, por trabajo y por ocio, he tenido la ocasión de conocer muchas ciudades europeas y de recorrer también la geografía española de norte a sur. Por ello, podría darles muchos ejemplos de cómo ciudades de todos los tamaños se han ido peatonalizando poco a poco a pesar de las reticencias iniciales de comerciantes e, incluso, de algunas agrupaciones vecinales. En Múnich, por ejemplo, la peatonalización comenzó con motivo de los XX Juegos Olímpicos de 1972 y llegó de la mano de un alcalde visionario, el socialdemócrata Hans-Jochen Vogel.  Vogel estuvo al frente del consistorio muniqués desde 1960 hasta 1972 y mi difunto esposo mantuvo una relación casi amistosa con él hasta que Willy Brandt se lo llevó a Bonn para convertirle en Ministro.
 

Marienplatz 1965
Cuando yo llegué a la ciudad en el año 1965 los tranvías y autobuses cruzaban el casco antiguo y los peatones eran poco más o menos los parias de la ciudad. Los Juegos Olímpicos marcaron un antes y un después en lo que a la evolución del planeamiento urbanístico se refiere. Con la construcción del metro se crearon pasos de peatones subterráneos y, en el centro de la ciudad, se terminó el reinado, a veces abusivo, de coches y autobuses hasta convertirse en un bello espacio peatonal y zona comercial de aproximadamente un kilómetro. De la Plaza del Ayuntamiento, antes dividida por la calzada, parte desde 1972 la calle de tiendas y restaurantes Kaufingerstrasse, punto de reunión de lugareños y foráneos, especialmente cuando suena el carrillón a las 12 del mediodía. En la Plaza del Ayuntamiento yo misma he asistido a algún concierto de uno de esos grupos de tunos españoles que viajan por Alemania y, de paso, se ganan unas perrillas con esas supuestamente improvisadas actuaciones en calles y plazas alemanas.
 

Marienplatz en la actualidad
Ahora, a dos pasos de allí, otra calle emblemática, la Sendlinger Strasse, va a convertirse en calle peatonal después de un periodo de prueba de 2 años durante los cuales estuvo vetada a los vehículos motorizados. A finales de 2018, el Ayuntamiento, los comerciantes y las asociaciones de vecinos dieron su bendición a un nuevo plan de urbanismo que contempla la pavimentación de la calle con diversos materiales y puntos de descanso para el ciudadano con bancos, asientos individuales y bonitas jardineras con flores. Está también previsto plantar árboles y construir algunas pequeñas fuentes que darán a los 300 metros de calle ese toque meridional que adoran los muniqueses. Todo ello, naturalmente, sin barreras arquitectónicas para que los discapacitados puedan moverse a sus anchas y disfrutar también de ese nuevo espacio en el que actuarán con regularidad músicos callejeros y mimos.
 


zona peatonal Kaufingerstrasse
Múnich es para mí un ejemplo de cómo hay que hacer las cosas para que los vecinos disfruten de los barrios. En los últimos 25 años se han peatonalizado (o semi peatonalizado) innumerables calles y plazas. De vez en cuando, previa concesión del correspondiente permiso por parte del Ayuntamiento, en esos espacios tienen lugar mercadillos, pequeñas exposiciones de pintura, actuaciones vecinales y un largo etcétera. Lo mismo sucede en ciudades como Hamburgo, Colonia y Berlín. En esta última, aparte de contar como mínimo con 5 distritos sin coches, el barrio de Spandau sorprende al visitante con una macrozona peatonal de 300.000 m2.

Y ¿qué me dicen de los parques, jardines y plazas? Múnich, la ciudad alemana que más conozco, goza de innumerables zonas verdes y jardines, todos ellos muy bien cuidados por los Servicios Municipales de Parques y Jardines que disponen de un importante presupuesto para su mantenimiento. ¡Qué no daría yo para que ocurriese lo mismo en Albacete, ciudad que adoro y en la que yo resido desde 2001!

Lo que les quiero decir con todo esto es que también ciudades más modestas como Albacete tienen derecho a poseer bonitos jardines, plazas y calles peatonales. Es sólo una cuestión de buena voluntad por parte del consistorio que rige la ciudad.

Todos sabemos que el cuidado del medio ambiente mejora la calidad del aire y la calidad de vida de los ciudadanos. Según la Organización Mundial de la Salud, los espacios verdes son imprescindibles para la salud por los beneficios que reportan al bienestar físico y psíquico de la población, al tiempo que hace las ciudades más habitables.
 
Hay que compensar de alguna manera la frialdad de los edificios que se construyen actualmente, “agorizando” (un gerundio que no existe en el diccionario y que se me ha ocurrido partiendo de la palabra “ágora” que, en la antigua Grecia, era el lugar donde la gente se agrupaba para hablar, pasear y disfrutar de las diversas actividades que allí se ofrecían) las calles, plazas y jardines de las ciudades, por muy pequeñas que éstas sean, para el disfrute de vecinos y visitantes. Esto nos proporcionaría beneficios de todo tipo, especialmente desde el punto de vista estético y social. Sin olvidar tampoco el bienestar físico y psíquico de las personas.

Lo importante es ponerse como meta que todas las poblaciones se conviertan poco a poco en núcleos urbanos más amables e inteligentes, con espacios peatonales y zonas verdes en los que se celebren regularmente actividades de índole cultural (o simplemente recreativas) que sirvan para fomentar las relaciones personales entre los participantes, ya sean vecinos o no de la ciudad. Leí una vez en una revista de arquitectura que este tipo de “creación de ciudad” ayuda a que los vecinos identifiquen el entorno como algo suyo, perteneciente a su vida cotidiana, de manera que su uso corriente se convierta en una más de las costumbres generales de una ciudad.

A eso le llamo yo “insuflar vida a la ciudad”. Algo que sólo se puede conseguir si sus habitantes se unen para poder ejercer influencia sobre el Consistorio correspondiente porque, como reza el conocido dicho: “quien no llora, no mama”.
Margarita Rey Suñé




PENSAMIENTO







“Amar por encima del tiempo y de la distancia

es convertir el presente

en un manantial de esperanza”.
 
M.M.