lunes, 18 de febrero de 2019

Atalaya: Insuflar vida a la ciudad





El pasado jueves, en la presentación del proyecto “Albacete Concejo Abierto”, creado por un grupito de intelectuales e idealistas de a pie para mejorar los espacios públicos de Albacete (zonas verdes, peatonalización, etc.) expuse a los asistentes alguna de mis experiencias en Alemania.

En el curso de mi vida, por trabajo y por ocio, he tenido la ocasión de conocer muchas ciudades europeas y de recorrer también la geografía española de norte a sur. Por ello, podría darles muchos ejemplos de cómo ciudades de todos los tamaños se han ido peatonalizando poco a poco a pesar de las reticencias iniciales de comerciantes e, incluso, de algunas agrupaciones vecinales. En Múnich, por ejemplo, la peatonalización comenzó con motivo de los XX Juegos Olímpicos de 1972 y llegó de la mano de un alcalde visionario, el socialdemócrata Hans-Jochen Vogel.  Vogel estuvo al frente del consistorio muniqués desde 1960 hasta 1972 y mi difunto esposo mantuvo una relación casi amistosa con él hasta que Willy Brandt se lo llevó a Bonn para convertirle en Ministro.
 

Marienplatz 1965
Cuando yo llegué a la ciudad en el año 1965 los tranvías y autobuses cruzaban el casco antiguo y los peatones eran poco más o menos los parias de la ciudad. Los Juegos Olímpicos marcaron un antes y un después en lo que a la evolución del planeamiento urbanístico se refiere. Con la construcción del metro se crearon pasos de peatones subterráneos y, en el centro de la ciudad, se terminó el reinado, a veces abusivo, de coches y autobuses hasta convertirse en un bello espacio peatonal y zona comercial de aproximadamente un kilómetro. De la Plaza del Ayuntamiento, antes dividida por la calzada, parte desde 1972 la calle de tiendas y restaurantes Kaufingerstrasse, punto de reunión de lugareños y foráneos, especialmente cuando suena el carrillón a las 12 del mediodía. En la Plaza del Ayuntamiento yo misma he asistido a algún concierto de uno de esos grupos de tunos españoles que viajan por Alemania y, de paso, se ganan unas perrillas con esas supuestamente improvisadas actuaciones en calles y plazas alemanas.
 

Marienplatz en la actualidad
Ahora, a dos pasos de allí, otra calle emblemática, la Sendlinger Strasse, va a convertirse en calle peatonal después de un periodo de prueba de 2 años durante los cuales estuvo vetada a los vehículos motorizados. A finales de 2018, el Ayuntamiento, los comerciantes y las asociaciones de vecinos dieron su bendición a un nuevo plan de urbanismo que contempla la pavimentación de la calle con diversos materiales y puntos de descanso para el ciudadano con bancos, asientos individuales y bonitas jardineras con flores. Está también previsto plantar árboles y construir algunas pequeñas fuentes que darán a los 300 metros de calle ese toque meridional que adoran los muniqueses. Todo ello, naturalmente, sin barreras arquitectónicas para que los discapacitados puedan moverse a sus anchas y disfrutar también de ese nuevo espacio en el que actuarán con regularidad músicos callejeros y mimos.
 


zona peatonal Kaufingerstrasse
Múnich es para mí un ejemplo de cómo hay que hacer las cosas para que los vecinos disfruten de los barrios. En los últimos 25 años se han peatonalizado (o semi peatonalizado) innumerables calles y plazas. De vez en cuando, previa concesión del correspondiente permiso por parte del Ayuntamiento, en esos espacios tienen lugar mercadillos, pequeñas exposiciones de pintura, actuaciones vecinales y un largo etcétera. Lo mismo sucede en ciudades como Hamburgo, Colonia y Berlín. En esta última, aparte de contar como mínimo con 5 distritos sin coches, el barrio de Spandau sorprende al visitante con una macrozona peatonal de 300.000 m2.

Y ¿qué me dicen de los parques, jardines y plazas? Múnich, la ciudad alemana que más conozco, goza de innumerables zonas verdes y jardines, todos ellos muy bien cuidados por los Servicios Municipales de Parques y Jardines que disponen de un importante presupuesto para su mantenimiento. ¡Qué no daría yo para que ocurriese lo mismo en Albacete, ciudad que adoro y en la que yo resido desde 2001!

Lo que les quiero decir con todo esto es que también ciudades más modestas como Albacete tienen derecho a poseer bonitos jardines, plazas y calles peatonales. Es sólo una cuestión de buena voluntad por parte del consistorio que rige la ciudad.

Todos sabemos que el cuidado del medio ambiente mejora la calidad del aire y la calidad de vida de los ciudadanos. Según la Organización Mundial de la Salud, los espacios verdes son imprescindibles para la salud por los beneficios que reportan al bienestar físico y psíquico de la población, al tiempo que hace las ciudades más habitables.
 
Hay que compensar de alguna manera la frialdad de los edificios que se construyen actualmente, “agorizando” (un gerundio que no existe en el diccionario y que se me ha ocurrido partiendo de la palabra “ágora” que, en la antigua Grecia, era el lugar donde la gente se agrupaba para hablar, pasear y disfrutar de las diversas actividades que allí se ofrecían) las calles, plazas y jardines de las ciudades, por muy pequeñas que éstas sean, para el disfrute de vecinos y visitantes. Esto nos proporcionaría beneficios de todo tipo, especialmente desde el punto de vista estético y social. Sin olvidar tampoco el bienestar físico y psíquico de las personas.

Lo importante es ponerse como meta que todas las poblaciones se conviertan poco a poco en núcleos urbanos más amables e inteligentes, con espacios peatonales y zonas verdes en los que se celebren regularmente actividades de índole cultural (o simplemente recreativas) que sirvan para fomentar las relaciones personales entre los participantes, ya sean vecinos o no de la ciudad. Leí una vez en una revista de arquitectura que este tipo de “creación de ciudad” ayuda a que los vecinos identifiquen el entorno como algo suyo, perteneciente a su vida cotidiana, de manera que su uso corriente se convierta en una más de las costumbres generales de una ciudad.

A eso le llamo yo “insuflar vida a la ciudad”. Algo que sólo se puede conseguir si sus habitantes se unen para poder ejercer influencia sobre el Consistorio correspondiente porque, como reza el conocido dicho: “quien no llora, no mama”.
Margarita Rey Suñé




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