Esto del spam es una porquería. Hoy me ha llegado un correo/spam de un grupito neonazi “de la tierra”, en la que se hace un llamamiento para salvar la raza hispana ante la invasión de negros y árabes. Estos aprendices de nazis son idiotas de remate o no tienen ni idea de la Historia de nuestro país. De todos los países de Europa es el nuestro tal vez el más mestizo. Todas las culturas del Mediterráneo, pero también de la mal llamada Europa germánica, se establecieron en sus correspondientes siglos en nuestro país. Atraídos por las riquezas de los legendarios Tartesos, llegarón, antes de nuestra era, los fenicios a la Península habitada por los iberos, que convivían con otros legendarios pueblos y que después se fundieron con los celtas. Los iberos podrían haber sobrevivido gracias a sus macizos en el Norte, los ce.tas, hoy gallegos, se establecieron en el Noroeste, en Galicia. Tras los fenicios llegaron los griegos, después los cartagineses y los romanos. Por si era poco, y no precisamente por Mallorca, penetraron en “Hispania” los godos, visigodos, alanos y suabos. Lo llamado “germánico” tomó posesión de lo romano. El reinado visigodo concluyó en 711 con la invasión de los árabes (por entonces una de las más altas culturas de la época). La dominación árabe concluyó en 1492 con la toma de Granada.
Pero los demás pueblos europeos también conocieron en no baja medida el mestizaje. La gaita se toca en Galicia lo mismo que en Escocia.- No es raro encontrar en la Europa del Norte personas de tez oscura y cabellos negros. La solución del enigma: los vikingos, faltos de mujeres, acudían hasta Italia para robarlas. En el siglo VIII hubo una incursión de los vikingos hasta Sevilla, subiendo por el Guadalquivir, en la que raptaron a numerosas jóvenes, árabes y cristianas. No fue ésta la última operación “mujeres”.
En los tiempos de la genética, del genoma, del ADN, sólo los asnos nazis hablan de raza. Las razas no existen. Sí existen las etnias, que tienen más que ver con la lengua y las costumbres. Pero éstas son accidentales y mutables. En resumen: dejando aparte lo exterior, en nuestro interior (vida psíquica) y en la amenaza por enfermedades, todos, de Tokio a Madrid, somos iguales. Todo es casualidad.
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