domingo, 15 de agosto de 2010

"Libertad de opinión"




Se habla o escribe cuando se desea expresar su opinión. Ello trae consigo que la propia opinión sea cuestionada por otras personas, lo cual es totalmente lícito, siempre que se observen las mínimas reglas de educación, cortesía y respeto. Muy a menudo aprendemos de este contraste de opiniones y corregimos, donde corresponda, algunos puntos de nuestra visión del mundo, lo cual es un enriquecimiento.

Las libertades básicas de información, opinión y expresión están encuadradas en la declaración de la ONU de los derechos humanos. Desgraciadamente, existen todavía muchos países en el mundo donde no se respetan los derechos humanos. Son países no democráticos, aunque el mundo democrático cierre los ojos debido a la política energética (petróleo, gas), a las ventajas mercantiles (China) o a otras consideraciones estratégicas. La mayoría de los países árabes, encabezados por la teocracia Irán, que aspira a convertirse en potencia nuclear, no son democráticos. Su mentalidad, anclada en la Edad Media, es incompatible con la libertad del ser humano.

En nuestra área occidental existe también una dictadura, la de los hermanos Casro en Cuba. Toda la izquierda saludó el triunfo de Fidel contra el corrupto Fulgencio Batista el 1 de enero de 1959. Estados Unidos no son del todo inocentes de la radicalización de Fidel Castro. EE UU, que era prácticamente el amo de Cuba con Batista, tendría que haber dado un giro total a su posición. Washington tendría que haber aceptado la nueva situación y apoyado a Fidel, que por entonces era socialista. Castro se echó en brazos de la Unión Soviética en busca de un apoyo en un entorno radicalmente hostil, con la ultraderecha cubana en Miamai y toda una potencia, los USA, en su contra. Pero el tiempo ha pasado, también en Cuba. Los hermanos Castro deben hallar un sensato modo de transición, poniendo, en primer lugar, en libertad a todos los presos políticos. Y Washington debe cesar su aislamiento y hostigamiento de la isla y ponerse decididamente de parte de los Castros reformadores, que vean ahora la revolución como el camino hacia la auténtica democracia. EE UU puede jugar un papel esencial en eliminar lo que los castristas ven como el gran peligro: el retorno de los fascistas de Batista en Miami, reivindicando los “patrimonios” perdidos después del triunfo de Fidel Castro.

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