El dirigente nazi y jefe de la propaganda de Hitler, Josef Goebbels, si hubiese vivido (cosa altamente improbable, pues de no haberse suicidado al perder los nazis la guerra, le esperaba la horca en Nuremberg), estaría muy satisfecho de sus aprendices españoles durante la dictadura franquista y de los herederos del franquismo durante la democracia.
El dirigente del cada vez más derechista Partido Popular, Mariano Rajoy, alcanza niveles goebbelsianos cuando se trata de desprestigiar al partido socialista, PSOE; colocándole cada vez más al borde de la legitimidad democrática. A raíz de la manifestación en Madrid contra los crímenes del franquismo y en apoyo del juez Garzón, Rajoy, aparte de calificar de bochornosa la manifestación que, según él, dañaba a la justicia española no sólo en España, sino también en el Extranjero, reprochó su silencio al presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero. En su posición, Zapatero hizo lo correcto. ¿Y no daña más al prestigio de la justicia española que los jueces de. Tribunal Supremo no hayan, que se sepa, revocado su juramento de lealtad a los principios fundamentales del Movimiento Nacional y a Franco? ¿No es más perjudicial para el crédito de dicho tribunal que el juez instructor, Varela, hubiese enviado los escritos de las querellas a las tres organizaciones querellantes de extrema derecha, asesorándoles de cómo tenían que estar redactados para surtir efectos jurídicos? Como el oprobio ya era demasiado en un país democrático, Falange Española y de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas) ha sido excluida del montaje contra Garzón.
Por lo demás, el escándalo Gürtel asoma la oreja. ¿Es ahí adonde mira Rajoy?
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