Siento cierta desazón cuando veo ondear en las manifestaciones de la izquierda la venerable bandera republicana. La bandera es un símbolo. En este caso encarna el deseo de un sector de la izquierda de que se establezca en España la tercera República. Es un sueño y “los sueños, sueños son”. La bandera republicana debe estar en el corazón. Debe ser guardada en casa con todo el afecto. La bandera oficial de la democracia después del franquismo, que derrotó a la II República (no lo olvidemos), es roja, gualda, roja con el escudo constitucional. Lo que más conviene a España para nuestra convivencia pacífica es un rey, por encima de los partidismos, que represente a todos los españoles sin preferencias.
Que exhiba también la izquierda la bandera oficial de la democracia, que no deje su monopolio a la derecha. También la ultraderecha debería guardar en “el baúl de los recuerdos” la bandera franquista, anticonstitucional. A ser posible sin naftalina, a merced de las polillas.
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