He preguntado a muchos españoles qué sentido le dan a este antiguo refrán castellano. Los que lo conocían –cada vez son menos- le daban una connotación anticlerical. La Iglesia reza mucho a Dios, pero luego no se anda con chiquitas para conseguir sus fines en este mundo. Otros opinan que el refrán significa “mostrarse muy cristianos, pero luego perseguir sus objetivos sin escrúpulos.
Estas interpretaciones son falsas. Evidentemente existe una confusión entre mazo y maza. Dar con el mazo sugiere la idea de dar mazazos en la cabeza de los demás. El auténtico sentido del viejo refrán castellano, según la literatura existente al respecto, es que está muy bien pedir a Dios su ayuda en los menesteres difíciles que emprendemos, pero que con eso no basta. Es necesario que también nos esforcemos en nuestro trabajo. Mazo aquí es un sinónimo de esfuerzo personal, lo que un cheli llamaría el “curre” o el “curro”.
José María Ibaribarren en su obra “El porqué de los dichos” (Editorial Aguilar) cota al sevillano Juan de Mal Lara, que en su “Filosofía Vulgar”, entre otras explicaciones cuenta que según la leyenda “un carretero llevaba un carro cargado y que se le quebró en el camino por donde venía San Bernardo, a quien se llegó, por la fama de la santa vida que hacía y rogóle que Dios por su intercesión sanase el carro. El santo dicen que le contestó: “Yo lo rogaré a Dios, amigo, y tú entretanto da con el mazo”. Hasta aquí la cita.
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