Especialmente en la India, millones de personas creen en la metempsicosis, que es la trasmigración de las almas de los fallecidos a los cuerpos de animales, dependiendo la perfección de éstos de los méritos contraídos por el finado durante su vida. Si se trata de un ser malvado, puede verse convertido en una rata o en cualquier sabandija.
Los seguidores del Dalai Lama creen que éste se reencarna en otra persona, en un niño. Si encuentran al niño lo veneran, aunque sea pequeñito, como el Dalai, que está de nuevo entre ellos.
La creencia en otra vida es muy fuerte en todas las religiones. Es en realidad su única razón de ser. Católicos, cristianos protestantes, judíos y árabes, creen en el Paraíso. Para los católicos, según Ratzinger (Benedicto XVI), el Paraíso, el Cielo, es un lugar espiritual, no especificando que entiende por espiritual, un concepto muy gaseoso. Allí podremos contemplar a Dios eternamente. Y ¿Qué es eso de poder contemplar a Dios eternamente? A mí me parece un poco aburrido. Mejor lo tienen los árabes que creen que en las puertas del paraíso de Allah les espera un elenco de bellísimas huríes, encargadas de endulzarles, como esposas, la vida eterna.
Muchos millones de personas creen en el Cielo católico-cristiano y muchos mahometanos están dispuestos a inmolarse como terroristas, para llegar al paraíso prometido por Mahoma y remachado ahora por los jefes de las organizaciones violentas, que se creen, al propio tiempo, líderes “espirituales”.
Cada cual es libre de creer en lo que quiera, siempre que sus creencias sean pacíficas. Pero la verdad es que todo lo que se dice del alma y del espíritu está en nuestro cerebro, que a su vez depende del riego sanguíneo que le suministra el corazón. Muerto el cerebro, se acabó la fiesta. Nada. ¡Qué lástima el no ser caballo o vaca! ¡Qué desilusión no poder contemplar a Dios eternamente. ¿Con qué ojos? No hacen falta. Se trata de una contemplación espiritual. Y ¡qué lástima no poder ser mimado por bellas muchachas, aunque se sea un asesino múltiple!
¿Otra vida después de la muerte? No hay más cera que la que arde. El poco elegante premio Nobel, Camilo José Cela, decía: “Mea claro, pee fuerte y cágate en la muerte.
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