En algunos periódicos leemos opiniones contrarias al juez Baltasar Garzón, procesado por el Tribunal Supremo por prevaricación por querer investigar los crímenes del franquismo. Dichos puntos de vista, correctamente expresados, merecen respeto en una sociedad con libertad de opinión.
Otra cosa es el insulto. Quien recurre al improperio demuestra la cerrazón de su mente, su falta de ideas y argumentos. El insulto se vuelve contra quien lo profiere.
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