A los que hemos vivido mucho tiempo en la Europa transpirenaica lo que más nos llama la atención es la simpatía y la cordialidad de la gente, la amabilidad de vendedores y vendedoras en supermercados, tiendas y demás establecimientos y el no ver por las calles caras largas, serias, mustias o malhumoradas. Y todo esto en una sociedad que, por culpa de la crisis, arrastra a más de cuatro millones de parados y además, con crisis y sin crisis, a unos ocho millones de pobres. Pero la procesión va por dentro. Son muchas las hipotecas y muchos los alquileres que pagar y la cesta de la compra está cada vez más cara. Pero hay algo a lo que no renuncian los españoles con o sin crisis: a su automóvil. Cualquier ciudad española está atiborrada de coches y es de todo punto imposible hallar un sitio donde aparcar. ¡Ni que regalasen la gasolina o el diesel!
Otra cosa me llama la atención: el tuteo. Aquí todo el mundo te tutea, aunque sea más joven que tú y aunque no te conozca de nada. Hace poco, una jovencita, que podría ser mi hija, me preguntó: “?Sabes dónde está la calle…?” Además, te llaman por tu nombre a secas (el Don se ha perdido): La enfermera en el médico: “Manuel, te toca a ti.” He comprobado que cuanto más joven es el personal, más frecuente el tuteo. Lo habrán aprendido del rey Juan Carlos que tutea a todo el mundo.
¿Tenemos gracias al tuteo y a la supresión de títulos una sociedad más igualitaria? No lo creo. Aún subsisten diversas capas sociales según el dinero, la formación profesional y la cultura. Eso sí, ya no es tan penetrante el concepto de clases sociales. Un gran adelanto.
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