Un artesano muy familiar de nuestra infancia era el herrero. Afortunadamente, todavía quedan herreros que hacen primores con el hierro: rejas, candelabros y otros objetos de adorno. Son auténticos artistas. A pesar del avance de los tractores y de los todoterrenos, todavía quedan en el agro español caballerías que han de ser herradas. Uno de mis entretenimientos favoritos de mi niñez en un pueblo era el de acudir a la fragua a ver cómo fabricaban las herraduras. Golpeando el hierro incandescente en el yunque con los gruesos martillos hasta que el trozo informe de hierro adquiría forma. Con qué presteza el herrador, con su delantal de cuero, “afeitaba” las pezuñas de la bestia con la afilada cuchilla y luego le colocaba las herraduras con unos largos clavos que iba introduciendo con rápidos, pero certeros martillazos. Me daba lástima el animal, pero me aseguraban que la bestia no sentía nada, pues el clavo no llegaba hasta la carne. Éste era el mérito de la destreza del herrador.
La herrería también se llamaba fragua, aunque fragua en principio es el fogón. Con fragua se ha formado el verbo fraguar, que significa forjar metales. En sentido figurado, como ustedes saben, fraguar es idear, discurrir y trazar la disposición de alguna cosa. Lo dice el diccionario, que además advierte que se usa generalmente en sentido peyorativo. Por ejemplo fraguar un golpe de Estado.
Hay otra expresión en castellano que tiene su origen en la herrería: a machamartillo. Empleamos esta locución para expresar algo que está hecho para que aguante, para que dure, está hecho a concencia. Por extensión también puede decirse que un maestro les mete las lecciones a sus alumnos a machamartillo. Macha viene de macho, que es el tarugo sobre el que descansa el yunque. Un macho era también un martillo grande con el que se golpeaban los hierros en bruto al rojo vivo. Con el martillo se refinaba después el trabajo.
Una expresión con herrero es: “en casa del herrero cuchillo (cuchara, azadón) de palo". Significa carencia de algo donde por naturaleza o en buena lógica no debería esperarse. Exagerando, imagínense a un oculista que fuera miope y no usara gafas.
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