A cada cerdo le llega su San Martín
Con este popular refrán de origen campesino, se expresa (o expresaba) la creencia de que “quien la hace, la paga”. Es la vieja fe de la Humanidad en que a cada uno le llegará el momento de ser castigado por sus malas acciones o fechorías. Para vivir, el ser humano de cualquier época tiene que creer en la justicia, si no la humana, otra Justicia por encima de nuestra impotencia para enfrentarnos a las constantes injusticias o iniquidades.
En el refrán hay una injusticia: considerar al cerdo como un ser abominable que representa a los rufianes, los tiranos, los dictadores, los genocidas y demás laya de desaprensivos de este mundo, que, en realidad, suelen escaparse sin recibir su merecido castigo. El cerdo es un ser sensible y por lo tanto miedoso, cuyo sino es muy trágico: se le permite una vida regalada, se le mima y ceba para que engorde y después se le da el matarile. En los pueblos españoles la matanza del cerdo suele (o solía) empezar el 11 de noviembre, fiesta de San Martín de Tours.
En nuestros tiempos en que todo lo compramos en los supermercados, cada vez son más raras las tradiciones como las matanzas –aunque aún exista en pueblos. En los tiempos de la comida rápida y mala en las hamburgueserías, cada día es San Martín para los cerdos y demás animales. No por ello existe más justicia en este mundo.
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