“Pan y circo”. Esta era la fórmula de los antiguos jerarcas romanos para mantener contenta a la plebe. La fórmula sigue, más que nunca, vigente en nuestros días. España ya es una potencia deportiva: somos campeones en fútbol, en tenis, en carreras de coches y motos y, nos falta poco para conseguir el liderazgo en otras disciplinas, como la natación.
Quién viese el encuentro de ayer entre España e Italia, siendo español, tenía que emocionarse por fuerza. No por patriotismo barato, sino por el hecho de que un país con el agua al cuello –económicamente- se colocara a la cabeza de la Unión Europea y mostrara de qué son capaces los españoles con energía y tesón, ante los retos del calibre de la Copa de Europa.
España vivirá unas semanas entusiasmada por el trofeo de La Roja (qué disgusto sentirá la derecha porque la selección nacional no se llame “La Azul”). Durante unos días convivirán en las mentes españolas el entusiasmo por el gran título conseguido con las inevitables estrecheces que nos aguardan, confesadas escuetamente por el externamente nuevo (asesores de imagen) e internamente viejo Rajoy, tan amante de la mentira y la ocultación.
Con el esfuerzo de todos, demostremos que España vale más que sus dirigentes y su oposición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario