Me parece que ya lo comenté una vez: no soy nada futbolera. Y ayer tampoco fue una excepción. A pesar de que casi toda España estaba pendiente de la final de la Eurocopa yo, con toda la pachorra, me decanté por el Canal Nitro. Estaba viendo una antigua peli francesa, “Chacal”, cuando desde el balcón abierto me alcanzó el desacompasado sonido de una wuwuzela, al que poco después se unió un coro de trompetas y cláxones. Ahí supe que “La Roja” se había llegado el gato al agua.
Cambié inmediatamente de canal y me pasé a Tele5. Tengo que confesar que al ver el ambientazo que reinaba en el estadio de Kiew en la lejana Ucrania, se me pusieron los vellos como escarpias y un nudo de emoción atenazó mi garganta. No pude remediarlo. Me levanté de mi asiento y me puse a aplaudir y a vitorear a la selección española como un hincha más. Y ya no digo cuando el capitán de "La Roja", el simpático Íker Casillas, levantó la copa para brindársela en primer lugar a toda España y después al mundo entero. Ahí se me saltaron las lágrimas.
Y es que la victoria de España en estos malos tiempos que corren significa un instante de respiro, una inyección de optimismo, un bálsamo en el alma herida de millones de españoles. Por unas pocas horas no pensaremos ni en la prima de riesgo, el rescate, el copago, la subida de la luz y el gas ni en los recortes de todo tipo que nos acechan. Durante un par de días haremos todos nosotros un paréntesis y nos centraremos en la merecida victoria, aplaudida sin envidia por toda la prensa europea. Después ya vendrá la resaca. Pero de momento vivamos el dulce intermedio que nos ha brindado "La Roja" llenando nuestros corazones de alegría y también de esperanza. La esperanza de que después de la lluvia siempre escampa.
Los españoles, a través de los siglos, siempre hemos demostrado que somos mucho mejores que nuestros gobernantes. Estoy convencida que, pese a ellos, también en esta ocasión seremos capaces de salir del agujero negro al que nos hemos visto abocados por la incompetencia de unos y la codicia de otros. ¡Y vaya si saldremos! Con solidaridad, afán de superación y echándole un par de…como lo ha hecho "La Roja" a lo largo de este campeonato.
Margarita Rey
Cambié inmediatamente de canal y me pasé a Tele5. Tengo que confesar que al ver el ambientazo que reinaba en el estadio de Kiew en la lejana Ucrania, se me pusieron los vellos como escarpias y un nudo de emoción atenazó mi garganta. No pude remediarlo. Me levanté de mi asiento y me puse a aplaudir y a vitorear a la selección española como un hincha más. Y ya no digo cuando el capitán de "La Roja", el simpático Íker Casillas, levantó la copa para brindársela en primer lugar a toda España y después al mundo entero. Ahí se me saltaron las lágrimas.
Y es que la victoria de España en estos malos tiempos que corren significa un instante de respiro, una inyección de optimismo, un bálsamo en el alma herida de millones de españoles. Por unas pocas horas no pensaremos ni en la prima de riesgo, el rescate, el copago, la subida de la luz y el gas ni en los recortes de todo tipo que nos acechan. Durante un par de días haremos todos nosotros un paréntesis y nos centraremos en la merecida victoria, aplaudida sin envidia por toda la prensa europea. Después ya vendrá la resaca. Pero de momento vivamos el dulce intermedio que nos ha brindado "La Roja" llenando nuestros corazones de alegría y también de esperanza. La esperanza de que después de la lluvia siempre escampa.
Los españoles, a través de los siglos, siempre hemos demostrado que somos mucho mejores que nuestros gobernantes. Estoy convencida que, pese a ellos, también en esta ocasión seremos capaces de salir del agujero negro al que nos hemos visto abocados por la incompetencia de unos y la codicia de otros. ¡Y vaya si saldremos! Con solidaridad, afán de superación y echándole un par de…como lo ha hecho "La Roja" a lo largo de este campeonato.
Margarita Rey
Estais hechos unos babosos. El deporte es otro de los opios del pueblo. ¡Joder!
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