miércoles, 11 de julio de 2012

Tema de hoy: Europa



¿Estamos al borde del final de gran sueño europeo desde que concluyó la II Guerra Mundial?

Todo parece indicar que el grandioso edificio que, por fin, desde la Antigüedad clásica, estaba en la mente de egregios pensadores, en especial de los griegos y los romanos, (también designados por entonces grecorromanos), podría venirse una vez más abajo por una cosa “tan pequeña” como es el euro.

Mucho ha luchando Europa consigo misma para constituir las actuales naciones. Conseguidas éstas, gracias a una lengua común, el latín, los alemanes permanecieron durante toda la Edad Media dispersos. Federico Barbarroja, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, estuvo a punto de conseguir el sueño “germánico”, pero tuvo que renunciar a él después de diversas guerras contra las ciudades-estados italianas y por desavenencias con el Papado, especialmente con el Papa Alejandro III.

Mientras que los demás países europeos ya se habían constituido en reinos más o menos homogéneos, Alemania estaba dividida en marquesados, ducados, condados. Existía incluso una Monarquía, Baviera, cuyos reyes procedían de la casa de Wittelsbach. La monarquía bávara duró lo mismo que el precario concepto de patria de Guillermo II, al perder Alemania la Primera Guerra Mundial, cuando también en Alemania estalló la peculiar revolución alemana (decía el escritor Bertold Brecht que cuando un revolucionario alemán quería asaltar una estación, lo primero que hacía era sacar un billete de andén). El último rey bávaro Luis III fue depuesto por socialistas y comunistas, que le dejaron huir en dirección al Este.

Las causas históricas de la ausencia de una Nación alemana hay también que buscarlas en lo lingüístico. Excepto Alemania, las demás naciones de nuestro Medioevo disponían de una lengua común: el latín, aunque este se fue modificando localmente, hasta surgir las actuales lenguas castellana, catalana, galaico-portuguesa, francesa e inglesa, entre otro islotes lingüísticos. El caso del inglés es particular porque a pesar de su procedencia sajona, al ser ocupado el país por los romanos, les legaron su lengua. El inglés es la lengua no latina con el mayor número de vocablos latinos. Pero hay que tener mucho cuidado: la mayoría de las palabras latinas que pueblan el inglés tienen otro significado que el prístino de origen. Los alemanes no se vieron invadidos por las legiones romanas. Dicen los historiadores que Germania era demasiado pobre y fría para arriesgar la vida de los legionarios, Otra cosa fue el Rin, donde se establecieron los comerciantes romanos, en especial en la ciudad de Colonia (Köln en alemán). Los filólogos han encontrado un sinnúmero de palabras latinas camufladas de germánicas. Por ejmplo, Pfosten es la “porta” (puerta) latina, Pfalz es el latino Palatinado.

Todos sabemos a dónde condujo el secular complejo de inferioridad alemán. Ante las ruinas de la II Guerra Mundial, en Europa Occidental germinó pronto la idea de una Europa Unida (la Unión MONTAN, del carbón y del acero). Entonces nadie pensó que esa “unión” pudiese conducir a unos Estados Unidos de Europa, pero sí que respetara la identidad global del continente europeo. Hay que decir que Alemania es la locomotora que tira de ese “trenecito”. El euro es el último paso para que vayan ensamblándose las decisivas piezas de la UE, pero su creación dejó demasiados cabos sueltos y agujeros en la red por donde la especulación ha podido colarse. Nadie sabe quién atenta contra el euro. Alemania seguro que no: la UE es su última oportunidad de dirigir la gran sinfonía europea. Sin euro, no habrá Europa.

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