Con motivo del inicio de la campaña de recogida de la chirimoya (que este año, debido a las altas temperaturas se ha tenido que adelantar, ya que los frutos han madurado antes de lo esperado), les vamos a hablar de esta sabrosa fruta.
La chirimoya es la fruta del chirimoyo, un árbol caducifolio de la familia de las anonáceas, originario del Perú y Ecuador. Navegantes españoles la trajeron a España en el siglo XIX. De aquí, la llevaron a África, donde se desarrolló muy bien debido al propicio clima y, más tarde a Oriente.
La chirimoya tiene la piel verde y la pulpa blanca con grandes pepitas negras, incomestibles. La pulpa es algo blanda, de sabor dulce y suave. Es rica en vitaminas (A y C), minerales (potasio, magnesio, fósforo, calcio, hierro) y antioxidantes. Está recomendada para regular el colesterol, la hipertensión y otros problemas cardiovasculares, los niveles de glucosa en sangre, la piel, la vista, los dientes y los huesos. Al tener gran poder laxante debido a su alto contenido en fibra, también está indicada para mejorar los problemas de tránsito intestinal. Al parecer, favorece la formación de glóbulos rojos y blancos, por lo que es ideal en el caso de anemia. Y, según los expertos, influye de manera favorable en situaciones de estrés o en casos de bajada de defensas.
El único problema que presentan las chirimoyas son sus calorías, por lo que no es muy aconsejable comerlas si se desea perder peso. Sin embargo, por su gran contenido en vitaminas, sí que deberían ser consumidas por niños y ancianos, deportistas, madres gestantes y lactantes.
Si alguna vez compran chirimoyas, sabrán su grado de madurez según sea el color de su piel. Cuando la chirimoya está verde, su color es verde oscuro y, a medida que madura, el color se va aclarando. La carne tiene que estar blanda, pero no demasiado. Cuando el el rabo se desprende del fruto, quiere decir que la chirimoya está madura de más o podrida por dentro.
El frigorífico no suele sentar bien a las chirimoyas. Si la fruta está aún verde, déjenla fuera de la nevera hasta que se esté en su punto. Y si les corre prisa, la envuelven simplemente en un papel de periódico y en un día o dos la podrán ya comer.
Actualmente, España es el primer productor mundial de chirimoya con 80% del total. Por su gran calidad, las que se cultivan en la Costa Tropical de Granada-Málaga llevan la Denominación de Origen Protegida (DOP) y, casualmente, es la única fruta andaluza que lleva ese preciado reconocimiento.
En este momento, un grupo de científicos está investigando cómo producir chirimoya durante nueve meses al año (ahora, su producción se limita a cuatro). El objetivo principal es poder compaginar con éxito ocho variedades de chirimoya, cuatro tempranas y otras cuatro tardías. Esto permitiría cultivarla desde Octubre hasta Mayo, por lo que la chirimoya natural estaría únicamente ausente de nuestras mesas durante los meses de verano.
Margarita Rey
La chirimoya es la fruta del chirimoyo, un árbol caducifolio de la familia de las anonáceas, originario del Perú y Ecuador. Navegantes españoles la trajeron a España en el siglo XIX. De aquí, la llevaron a África, donde se desarrolló muy bien debido al propicio clima y, más tarde a Oriente.
La chirimoya tiene la piel verde y la pulpa blanca con grandes pepitas negras, incomestibles. La pulpa es algo blanda, de sabor dulce y suave. Es rica en vitaminas (A y C), minerales (potasio, magnesio, fósforo, calcio, hierro) y antioxidantes. Está recomendada para regular el colesterol, la hipertensión y otros problemas cardiovasculares, los niveles de glucosa en sangre, la piel, la vista, los dientes y los huesos. Al tener gran poder laxante debido a su alto contenido en fibra, también está indicada para mejorar los problemas de tránsito intestinal. Al parecer, favorece la formación de glóbulos rojos y blancos, por lo que es ideal en el caso de anemia. Y, según los expertos, influye de manera favorable en situaciones de estrés o en casos de bajada de defensas.
El único problema que presentan las chirimoyas son sus calorías, por lo que no es muy aconsejable comerlas si se desea perder peso. Sin embargo, por su gran contenido en vitaminas, sí que deberían ser consumidas por niños y ancianos, deportistas, madres gestantes y lactantes.
Si alguna vez compran chirimoyas, sabrán su grado de madurez según sea el color de su piel. Cuando la chirimoya está verde, su color es verde oscuro y, a medida que madura, el color se va aclarando. La carne tiene que estar blanda, pero no demasiado. Cuando el el rabo se desprende del fruto, quiere decir que la chirimoya está madura de más o podrida por dentro.
El frigorífico no suele sentar bien a las chirimoyas. Si la fruta está aún verde, déjenla fuera de la nevera hasta que se esté en su punto. Y si les corre prisa, la envuelven simplemente en un papel de periódico y en un día o dos la podrán ya comer.
Actualmente, España es el primer productor mundial de chirimoya con 80% del total. Por su gran calidad, las que se cultivan en la Costa Tropical de Granada-Málaga llevan la Denominación de Origen Protegida (DOP) y, casualmente, es la única fruta andaluza que lleva ese preciado reconocimiento.
En este momento, un grupo de científicos está investigando cómo producir chirimoya durante nueve meses al año (ahora, su producción se limita a cuatro). El objetivo principal es poder compaginar con éxito ocho variedades de chirimoya, cuatro tempranas y otras cuatro tardías. Esto permitiría cultivarla desde Octubre hasta Mayo, por lo que la chirimoya natural estaría únicamente ausente de nuestras mesas durante los meses de verano.
Margarita Rey
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