Con motivo de la Feria de Albacete, que abrió sus puertas el pasado 7 de septiembre, en un Suplemento especial del periódico La Verdad dedicado a la Feria, el cronista oficial de Albacete, el conocido periodista y escritor, José Sánchez de la Rosa, aprovechando el 75 aniversario del comienzo de la Guerra Civil española, publicó un interesante artículo titulado “Una cabalgata laica”, que refleja el sentir de los gobernantes albacetenses de aquellos días y que reproducimos para ustedes a continuación:
“La pérdida de su sentido religioso, una parte destacada de su origen, junto con el de mercado tradicional, fue uno de los rasgos más importantes de la cabalgata de apertura de la Feria en 1936, tres meses después de iniciada la guerra civil. La mayoría de los actos tuvo un marcado matiz político, y la sensación de que la gente no estaba para fiestas fijó su desarrollo. Pocos días después de su clausura se registraron trágicos sucesos que marcarían para siempre aquel septiembre. Hasta tres años después no volvería a abrirse la Puerta de Hierros, que en esta ocasión tuvo como protagonista a un miliciano, al que el alcalde cedió el privilegio de su apertura.
La cabalgata inicial, desprovista de su carácter religioso, desaloja a la Patrona del cortejo, exclusivamente cívico y pierde su significación piadosa. Por primera vez en la historia, la imagen de la Virgen de los Llanos no figura en el cortejo. El desfile adopta el mismo estilo revolucionario de la nueva vida local, lógicamente muy afectada por la convulsión que supone el conflicto fratricida. La presencia de personajes políticos y de la milicia y de grupos populares le imprime un aspecto inédito. La figuración es variopinta. También se produce un cambio sustancial en el itinerario, que se desvía hacia los barrios obreros.
El desfile
Diario de Albacete, que en esas fechas es el Órgano de la Unificación Marxista, como subraya su cabalgata, nos informó de que la comitiva arrancó de la calle Martínez Villena llegando hasta la Plaza de Mateo Víllora -la actual de las Carretas- siguiendo después por Nicolás Salmerón, Tesifonte Gallego, Octavio Cuartero, Abelardo Sánchez, Caba, hasta alcanzar la Puerta de Hierros del ferial. Abría el paso una pareja de milicianos a caballo, a la que seguían escuadras de gastadores, cornetas y tambores y la Banda de Música de la Infantería de Marina de Cartagena. A continuación figuraban cornetas -milicianos, por supuesto-, el Batallón 25 de julio -se habían apresurado a la utilización de la fecha que había puesto fin a la sublevación una semana antes-, la Banda de Música de Hellín, especialmente invitada y sucesivamente marinos, carabineros, la Guardia de Asalto, la Banda Municipal de Música, autoridades y comisiones, Cruz Roja, bomberos, y el alcalde, Virgilio Martínez Gutiérrez. Por el Frente Popular se hallaba José María Vaquero, que tuvo en su momento la responsabilidad de la construcción de los refugios antiaéreos de la ciudad y la implantación de cupones de ayuda.
También, el titular de la Cruz Roja, el doctor Arturo Cortés -que después tendría un gran protagonismo en la vida política local, hasta su exilio- ,junto con el jefe de Correos, el representante del Colegio de Procuradores y los de otros sectores, como la Gota de Leche y el Círculo Ferroviario.
Discurso del alcalde
En la Puerta de Hierros, el alcalde se dirigió a la población con un breve discurso. "Ciudadanos de Albacete –dijo-. Con el corazón en la garganta, no puedo expresarme por la enorme emoción que ha producido en mí este maravilloso desfile. El Ayuntamiento popular abrió la primera Feria republicana; también fuimos los mismos los que en el año 33 celebramos el tercer centenario de ella. En los momentos actuales, el mismo Ayuntamiento abre la Feria de la libertad, joya que nos legaron nuestros antepasados en los que tenemos nuestros sentimientos más sinceros». Un miliciano anónimo se encargó después de abrir la Puerta; el alcalde le cedió ese histórico privilegio. Finalmente se escuchó el Himno nacional y la Internacional, el señor Martínez saludó al pueblo con el puño en alto y finalmente se sirvió un “lunch” en las dependencias del palacio ferial.
El gobernador civil, José Papí, atendió a los periodistas y respondió sus preguntas sobre la inauguración a la que asistía por primera vez: «El acto de la apertura de la famosa y tradicional Feria de esta simpática ciudad me ha conmovido», dijo. Dos semanas después, durante su mandato, le tocaría vivir trágicos acontecimientos, por la actuación de los llamados Tribunales Populares. Diario de Albacete, cuyo primer número en la segunda etapa de la publicación como «portavoz de la clase trabajadora» salió el 25 de agosto sin el artículo El y después de haberse incautado el original de 1881 -costaba veinticinco céntimos- dedicó al acontecimiento ferial un editorial. «Ni en un sólo momento -indicaba- podemos insolidarizarnos con nuestros hermanos que luchan en los frentes; por el contrario, que lo mejor y más puro que haya en nosotros esté siempre con ellos, y sea su recuerdo quien presida todas nuestras horas».
La cabalgata, que poco a poco y en los últimos años había ido perdiendo sus características habituales -a principios de siglo la prensa mostraba su satisfacción porque se habían suprimido del cortejo oficial «los ridículos heraldos y la carroza carnavalesca»- fue, como recoge la crónica, muy diferente de las anteriores, y desde luego absolutamente inédita en cuanto a su configuración, por sus participantes y por su estética.
Toros y carteles
En los dos años siguientes no se celebró la Feria. En 1939 se reanudó su montaje, también con fuertes influencias políticas. Esta vez desfilaban soldados, los Flechas Azules italianos y falangistas con el lema Año de la Victoria. Para celebrar las corridas de Feria hay que reconstruir la plaza, sobre todo las puertas y la barrera, tras haber sido desmantelado el callejón al utilizarse la madera como leña. «Decíamos ayer...» pudieron repetir los matadores en el primer paseíllo después de la contienda. El día 9 tuvo lugar una singular becerrada, con el rejoneador portugués Paquito Mascarenhas y los tres hermanos Dominguín. El día 10 lidiaron toros de Cobaleda, Domingo Ortega, Pepe Bienvenida y Juan Belmonte, y el 11 toreó una novillada Pepe Luis Vázquez, mano a mano con Paquito Casado. El 17 se cerró el certamen con otra novillada, esta vez a beneficio de Auxilio Social, la Obra que había establecido las famosas chapas, aportación obligatoria para asistir a los espectáculos, en cuyo acceso se exigía al público.
Reaparecen también en 1940 los carteles anunciadores, en el primero de los cuales figura una mujer ataviada con el traje típico manchego; recoge en una de sus manos un haz de espigas y en la otra muestra el escudo de la ciudad, mientras Mercurio, el dios del comercio, a caballo -imagen que se repetirá mucho en la cartelería ferial a través de la historia- enarbola una bandera nacional.
Del 7 al 17 de septiembre, como casi toda la vida de Dios, habrá funciones religiosas en honor de la Virgen de los Llanos, actos que se destacan especialmente y un homenaje al Ejército de Tierra, Aire y Fuerza Pública, sin que falten las corridas de toros. Torean el día Domingo Ortega, Marcial Lalanda, Pepe Bienvenida y Manolete. En la segunda de abono actúan Rafaelillo, Juanito Belmonte, Manolete y Francisco Casado, y en la tercera matan toros de Concha y Sierra, Lalanda, Bienvenida y Belmonte.
Hay un campeonato de atletismo organizado por Educación y Descanso y otros festejos que serán ya la tónica habitual del certamen recuperado aunque con muchas carencias. Pero la Feria es la Feria y va a soportar como contraste eufórico de la vida común, donde todo quisque se aprieta el cinturón, una larga posguerra.
Ya no huele a pólvora, como en los frentes no tan lejanos, mientras los cohetes artísticos siegan el cielo de una fiesta efervescente y única”.
Fuente: La Verdad – Dossier La Guerra Civil y la Feria
Autor: José Sánchez de la Rosa