Esa foto del turista ruso un millón agasajado en Torremolinos parece un homenaje a los viejos tiempos, una postal sacada de la hemeroteca ocre de los sesenta, cuando las autoridades de Spain is Different vendían el maná del turismo en el país del rosario y el biquini con aquellos recibimientos al pie de la escalerilla del avión como si desembarcara Eisenhower con un Plan Marshall debajo del brazo. La prosopopeya del Nodo ponía el resto, exaltando el simpático baile regional y la cesta con pasas de la Axarquía para el homenajeado. Y mala suerte para los demás, como cantaban Cristina y los Stop con el estribillo pegadizo de 'El turista 1.999.999' que se perdía los honores aunque se llevaba «el recuerdo de este mar que nunca más podrá olvidar». Todo aquello tenía la impronta casposa del landismo y la fe redentorista de Bienvenido, Mr. Marshall en que la salvación llegaría de fuera, sin duda en un Boeing. Ahora la foto reaparece, ya metidos en el siglo XXI, en versión Bienvenido, Mr. Marshalovski.
Parece una ironía sobre el fracaso de ese mantra retórico del I+D que iba a ser el pasaporte a un futuro estelar. Se acabó el mito milagrero de las energías renovables o la banca más sana del mundo -se estaba viendo venir-, así que vuelta al desarrollismo y al turista un millón. Por ahí ya empezó la Autoridad Portuaria al festejar al crucerista como aquellas chicas polinesias de los mares del sur recibiendo medio desnudas a los marinos europeos con sus pechos color gauguin bajo una guirnalda con aspecto de haber sido comprada en Félix Sáenz. También los mandatarios de la ciudad han ofrecido degustaciones de vino dulce, o coros y danzas en el aeropuerto para inaugurar nosequé cosa de Ryanair o el vuelo a Nueva York de Delta, e incluso se anunció que el Teatro Cervantes se transformaría un día a la semana en un megatablao como el Corral de la Pacheca para turistas. Esto es lo que hay; del I+D a los sesenta para rescatar lo del turista un millón.
España es como es. A la estampa de pandereta incluso se ha sumado enérgicamente el Gobierno catalán con una protesta oficial, o sea, una pataleta nacionalfolclórica, reclamando que el turista ruso un millón no debía festejarse en Torremolinos sino en Salou o Lloret. La mayoría de rusos va a la Costa Brava pero Moncloa les robó la sede y eligió Torremolinos, no por motivos políticos, claro, sino porque tiene el escenario privilegiado del Monumento al Turista, cumbre universal del estilo grecolladró. Moraleja: tampoco hay que temer el independentismo de Cataluña como 'nuevo Estado de la UE'; les pirra el agravio provinciano, y fuera de España se quedarían huérfanos. Ahora hay que garantizarles, eso sí, que el turista ruso dos millones irá a Sitges.
Fuente: Diario Sur
Autor: Teodoro León Gross
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