lunes, 15 de marzo de 2010

Olvidar

A determinadas edades, en las que ya hemos adquirido una perspectiva que nos permite abarcar el pasado y el presente y preparar de alguna forma nuestro ya corto futuro, hemos de aprender el arte de olvidar. Olvidar no significa borrar, sino neutralizar lo vivido negativamente y agradecernos lo positivo que hemos hecho, con nuestro propio esfuerzo, integrándolo en nuestro presente.

Olvidar significa en cierta manera perdonar, tras analizar las injusticias, los entuertos, las barrabasadas sufridas y la falta de reconocimiento de nuestros méritos por motivos intencionados por parte de los demás, bien en el puesto de trabajo bien en el círculo de conocidos. El recordar lo malo nos sirve para que nosotros mismos no caigamos nunca en la tentación de portarnos vilmente en lo que nos queda de vida, de aferrarse al propósito de que algo así no se repita jamás, mientras que recordar lo bueno nos reconcilia con la vida y con nosotros mismos, que hemos hecho lo que ha estado en nuestras fuerzas para ser útiles a los demás, a la sociedad e incluso a nosotros mismos. Los méritos auténticos reconocidos por nosotros mismos, sin vanidad ni afán de notoriedad, enriquecen nuestras vidas en el presente.

El pasado está periclitado, no existe, sólo está como fantasmas en nuestros cerebros y se manifiestan en los sueños o pesadillas. Hemos de realizar un trabajo de drenaje para limpiar nuestra mente de esos fantasmas. Olvidar. El primer paso para apartar la chatarra del pasado de nosotros es analizar y comprender. Y, después, perdonar, no sólo a los demás por su torpeza frente a nosotros, sino a nosotros mismos por no haber sido capaces en su momento de ser firmes, estar seguros de nuestra valía y al propio tiempo no haber tenido la humildad de renunciar a ambiciones de poder, de prestigio y de reconocimiento.

Olvidemos para ser más felices en el umbral de la nada. Pensemos en nuestra caducidad y aprovechemos todo instante que estemos en este planeta para disfrutar de la sensación de haber cumplido en nuestro pasado con el deber que nos marcó nuestro destino.

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