En la mitología griega, el dios Crono (el tiempo) –Saturno entre los romanos- devora a sus hijos. Se trata de una alegoría del paso del tiempo, pues Crono se comía a los hijos recién nacidos de Rea, su mujer, por temor a ser destronado por uno de ellos. Esta terrible leyenda está representada en el Saturno de Goya, que se halla en el Museo del Prado (Madrid).
Desde la más remota antigüedad, el ser humano ha percibido “el paso del tiempo”, que podía observar en sí mismo con su propio envejecimiento. Los pueblos antiquísimos como los caldeos o los babilonios aprendían a apreciar el tiempo observando al cielo nocturno, con sus planetas y constelaciones. Durante el día, el sol era el más exacto reloj. La tierra, con su giro alrededor de su eje, es el principal reloj natural en lo estático del tiempo.
Son innumerables los instrumentos construidos para “medir” el tiempo. Los más conocidos son, sin duda, los relojes de arena, los relojes de sol, y en la edad moderna los relojes de bolsillo y los cronómetros de pulsera. ¿Miden estos instrumentos el tiempo? En mi opinión todos ellos son convencionales, pues el tiempo no puede medirse. El tiempo no es algo que “pasa” o que “transcurre”, somos nosotros, es la Naturaleza, y es nuestro entorno lo que se modifica, lo que pasa en una dimensión que, hasta ahora, no ha podido ser descubierta a pesar de que centenares de científicos se ocupan intensamente del tema. El gran científico británico Hawkings tuvo hace pocos años la honradez de confesar públicamente que todas sus teorías, incluida la del tiempo, eran erróneas. Algunos científicos van tan lejos como para pretender hallar un día una máquina que permitiese a la humanidad viajar a través del tiempo, por ejemplo hacia atrás, hasta llegar a la edad de los romanos. Para mí que se trata de unos extravagantes amantes de la más fantasiosa ciencia ficción.
No soy científico y no voy a aventurar ninguna teoría. Sólo comunicar mi impresión muy personal. A veces creo que el tiempo no pasa, sino que es el universo, incluido nuestro planeta, lo que pasa, no por el tiempo, sino en el tiempo. Puedo imaginarme al tiempo como una dimensión estática en la que suceden cosas y existen procesos, que, lo mismo que el latido de nuestro pulso o de nuestro corazón, pueden servir para medir convencionalmente la duración de todo. La luz que viaja por el cosmos está marcando el tiempo, por ejemplo, sin que el tiempo se mueva. El tiempo es, a mi parecer, infinito. Cuando dentro de unos 5.000 millones de años se acabe nuestro sistema solar, el tiempo seguirá existiendo. Nosotros envejecemos, no porque pase el tiempo por nosotros, sino porque en el tiempo, en el seno del tiempo, nuestras células, nuestros órganos, todo lo que constituye un ser humano, se van desgastando, porque llevan el tiempo dentro, el propio tiempo. Si la medicina consigue prolongar más allá de lo natural la vida del ser humano, habrá dado sin duda un salto gigantesco hacia adelante, pero no habrá vencido al tiempo, habrá ganado una batalla a la Naturaleza, aunque son muy pírricas las victorias humanas sobre la Naturaleza: ésta, al interrumpirse o alterarse sus leyes evolutivas, puede reaccionar con fenómenos cada vez más alarmantes: cambio climático, nuevas enfermedades…Para el tiempo, 20, 30, 100, 200 años más son la fracción de la fracción de un segundo. Millares de millares de millones de años son una bagatela para Crono-Saturno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario