martes, 9 de octubre de 2012

Tema de hoy: Trileros


La situación en la que se encuentra la llamada, quizá un poco prematuramente, Unión Europea –en realidad lo que somos ahora es la Unión del Euro– hace pensar si es similar a la que provocó la Revolución Francesa (1798). Pero la Historia nos enseña que las revoluciones no cambian nada. Al frente de las masas se colocan los mismos perros con distintos collares.

Lo “revolucionario”, lo nuevo en nuestros días, es la mediocridad de los dirigentes y lo exorbitado de sus ingresos. Parece ser que cuanto más mediocres más emolumentos. Faltan, sobre todo en España, los brillantes estadistas, los agudos políticos (que en un considerable número son, más que otra cosa, ganapanes a lo fácil), se echa de menos al hombre o la mujer realmente especializados en la “cosa pública”.

En mi opinión, el problema de Europa, incluida España, no se soluciona dándole la vuelta a la tortilla, manifestándose violentamente contra la clase política, que es de mala casta, sino con una “revolución” pacífica de la justicia jurídica y social, que ha de empezar por un sistema auténticamente democrático, un sólido y social plan educativo, desde la escuela a la universidad, obviando asignaturas, que pueden ser voluntarias, como la religión e introduciendo una materia que enseñe al ciudadano a ser ciudadano solidario con sus conciudadanos, restringiendo la sociedad de consumo a lo precisamente necesario y haciendo uso de todos los derechos constitucionales que le amparan.

En este sentido, podría decirse que las últimas manifestaciones, mayormente pacíficas, de protesta por la incompetencia y ansia de lucro de los políticos mientras que todo el peso de los recortes cae sobre la clase media y los desamparados, son la primera lección. Sólo quienes están aferrados a la gran teta de Estado, pueden protestar.


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