Un pensador anglosajón dijo que “el sentido común es el menos común de los sentidos”.
Esta frase viene como anillo al dedo cuando observamos y sufrimos la errónea política de extranjeros del Gobierno apoyado por el PSOE. Con el anterior gobierno, España se convirtió, con el pretexto del “humanismo”, en un paraíso para el crimen organizado de todas partes del mundo, pero en especial para países del este europeo como Rumanía.
Cuando escribo “sano juicio”, quiero esperar la capacidad de discernir entre lo correcto y lo incorrecto. Aplicada al problema de los inmigrantes, sano juicio es buscar y hallar el camino acertado para encontrar una solución a la inmigración ilegal (los sin papeles), sin perjuicio de los extranjeros que conviven con nosotros, comparten nuestro modo de vida, sin distinciones ni discriminaciones. El español es aferrado a su terruño, pero no racista en el sentido de los nazis.
Por el contrario, existe una mayoría de extranjeros (con hijos menores a los que enseña a atracar o robar, sabiendo que la ley española no sanciona a los menores), que parecen haber llegado a España solo a delinquir o a formar parte de una mafia de droga y de prostitución.
Con estos extranjeros el Gobierno debe proceder a su inmediata expulsión. Ya veremos cuál es la política del presidente Rajoy en este escabroso asunto, que ningún país europeo afectado puede meter debajo de la alfombra.
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