Lo peligroso de utilizar
colectivos es que “pagan justos por pecadores” y surge la sospecha del racismo.
¿Pero cómo designar a los delincuentes sin que caiga ninguna mancha sobre
personas –las más- de bien?
La caída del comunismo
soviético fue una bendición para muchos ciudadanos del Este de Europa, que han
venido a Occidente a ganarse la vida, cosa muy difícil en los empobrecidos
países detrás del Telón de Acero. La supresión de fronteras en los estados de
la Unión Europea (concretamente los estados Schengen), ha facilitado la
dispersión por Europa de ciudadanos rumanos, búlgaros… a cuyo cobijo también llegan individuos de la
más baja estopa, indeseables incluso en sus países de origen.
Para irritación de los
ciudadanos rumanos de vida ordenada, puede leerse en la prensa que “los
rumanos” pertenecen a los grupos más activos y peligrosos en España. La mayoría
de quienes roban el codiciado cobre (postes de electricidad, de alta tensión,
de los ferrocarriles…) son de origen rumano y no tienen nada que ver con el
honrado rumano que día a día acude a su trabajo. Para el rumano, el español es
fácil de aprender (latín). Esto es una gran ventaja para el ciudadano rumano
residente entre nosotros, pero también para los delincuentes, que en ocasiones
pueden pasar inadvertidos gracias a su manejo del idioma. Entre las figuras
delictivas más usuales dentro del grupo sucio de Rumanía, figuran también el
tráfico de drogas y la trata de blancas: es decir, prostitución forzosa,
también de compatriotas.
En la esquela de los
delincuentes rumanos también llegan a Europa, en este caso a España “gitanos”, que en Rumanía son los parias,
perseguidos y apaleados. En España han hallado un refugio. Pero no tienen que
comer. Los gitanos rumanos se dedican a mendigar, en la mayoría de los casos no
para sí mismos, sino para mafias que se quedan con el dinero, entregando una
pequeña cantidad a cada mendigo gitano,
según lo que éste haya recaudado. Los mendigos gitanos tienen la obligación
de enseñar a otros –en general menores de
edad- a pedir limosna. Fui testigo de cómo es la enseñanza: en la puerta de la
Catedral estaba una joven de unos 16 años. A su lado un niño de unos 8 años.
Cada vez que aparecía alguien, la joven azuzaba al niño para que se acercase a
esa persona. Las palabras en español, los ojos tristes, los “pucheros”
lastimeros se los había enseñado antes la
joven gitana. Los gitanos rumanos tienen fama de muy agresivos, en los bajos
fondos. En un periódico de Murcia leí hace un par de años que una familia de etnia
gitana española había acudido a la guardia civil para que les protegiese de las
agresiones de gitanos rumanos en un asentamiento vecino.
El problema existe ya
desde hace más de diez años. La policía española, en especial la guardia civil,
lleva acabo una encomiable labor en el sector. Pero parece ser que los jueces
se muestran benignos con los indigentes inmigrantes. Lo demuestra el caso de
las jóvenes carteristas rumanas en el metro de Madrid. La policía nacional las
detiene…y ellas vuelven a estar en el metro al día siguiente.
Tendrías que conocer esta realidad más de cerca en vez de hablar de oídas. Te sorpenderías. Y encontrararías preguntas a muchos de tus interrogantes (por ejemplo, la curiosa vuelta inmediata a la calle de las carteristas).
ResponderEliminarNo sólo hay que mirar, Manuel. Además hay que VER.