Según se dice, la prostitución es “el oficio más antiguo del mundo”. Desde hace más de mil años, en la India existe un libro, el Kamasutra, con ilustraciones de las más diversas posturas pata aumentar el placer del sexo. En la Biblia (Antiguos Testamento) se demoniza a las prostitutas como si fuesen el diablo (“la prostituta de Babilonia”), la fuente de todos los males, la corrupción de las almas, el mismísimo Anticristo. El visitante a Pompeya puede admirar en el antiguo prostíbulo los frescos, no destruidos por el Vesubio en el 79 de nuestra era, con escenas que mostraban las diversas elecciones que tenía el cliente de hacer el amor, indicando también el precio de los servicios ofrecidos.
Entretanto han pasado miles de años y aunque la prostitución sigue siendo un problema social, se ha mitigado la actitud ante las prostitutas, que ahora son designadas como “trabajadoras del sexo”. Como tales, en Alemania y Holanda la prostitución está regulada y las prostitutas pagan impuestos, y como autónomas tienen acceso a la Seguridad Social y han de someterse periódicamente a un examen médico como prevención contra el sida y otras enfermedades venéreas). En España la prostitución es alegal. Pero en los clubes de alterne, las prostitutas están declaradas como empleadas, por lo que también han de pagar impuestos y tienen acceso a la Seguridad Social.
Pero la prostitución no es un coto reservado al sexo femenino. Con la crisis aumenta el número de hombres que se prostituyen. Hay mujeres de avanzada edad que no quieren renunciar al sexo y se lo compran. Los homosexuales entrados en años se sitúan delante de los aseos para caballeros a la espera de “pescar” a algún camarada sexual. Mas desgraciadamente son muchachos jóvenes (algunos no gays) los que se ofrecen para hacer el amor homosexual. Hay que decir que esta forma de buscar pareja es tan o más peligrosa que en el caso de las mujeres. Algunos muchachos trabajan para una mafia y no son raros los casos en España y otros países europeos de atraco al homosexual o incluso su asesinato. Las mujeres que se exhiben en las afueras de las ciudades pueden ser violadas y asesinadas, por eso la mayoría de las prostitutas tienen al proxeneta (“chulo”) que las protege, pero a quien tienen que entregar la parte del león de su salario.
En España en cada vez más municipios está prohibido ejercer la prostitución en lugares públicos o en la vía pública y los consistorios han establecido multas de hasta 3.000 euros por no respetar esta norma.
Pero, por otra parte, la prostitución es una buena fuente de ingresos, un boom que también atrae a jóvenes de otros países europeos. Según el propietario de un club de alterne, en la “industria” del sexo se recaudan hasta 18.000 millones de euros al año. La mayoría de las prostitutas extranjeras en España provienen de Europa del Este, de Asia, de África, de Latinoamérica y de otros países como Polonia y Rusia. Se trata de jóvenes de 18 a 24 años, reclutadas por las mafias de la trata de mujeres en los países de origen y atraídas a España con la promesa de un buen puesto de trabajo.
Al llegar a nuestro país, las jóvenes ilusionadas sufren una tremenda decepción. Los propietarios de los burdeles les quitan el pasaporte, el dinero y cualquier otro documento de identidad y las encierran, sin permitirlas salir. Algunas tienen la valentía de fugarse y acudir a la policía para denunciar a sus secuestradores. Estas jóvenes reciben un permiso de estancia en España, pues facilitan la labor de la policía para acabar con las mafias del sexo y liberar a las demás secuestradas. Las prostitutas españolas tienen un Colectivo del Sexo, una especie de sindicato que las defiende. Su principal objetivo es obtener la legalización. Así, como autónomas, podrían tener acceso a la Seguridad Social.
A causa de la crisis y del grave desempleo se estima que unas 300.000 personas se prostituyen en España para sobrevivir, entre ellas estudiantes, amas de casa e incluso sus maridos. Según Médicos del Mundo, en 2012 aumentó el número de prostituidas y prostituidos en más de 2.000 personas. Un 18% de ellas tienen una edad entre 18 y 24 años. Otro organismo como la Asociación de Profesionales del Sexo eleva este porcentaje hasta un 30%.
Sobre las “profesionales del sexo” existen muchos prejuicios, aunque tampoco faltan buenas opiniones de los asistentes sociales. Muchas de estas mujeres sirven al varón de “sacerdotes” o de “psicólogas”. Son hombres que necesitan a alguien que les de cariño, aunque sea comprado. Suelen siempre visitar a la misma prostituta. También entre las trabajadoras del sexo hay muchas que desearían casarse, tener hijos, fundar una familia. Pero las circunstancias adversas se lo han impedido. Algunas de estas mujeres ven cumplido su sueño al hallar un cliente que se enamora de ellas.
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