De nada sirvieron las
presencias publicitarias del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (¿el
gafe?), de los príncipes de Asturias y de una multitudinaria delegación de la
“Marca España", con el ambiente folklórico hispano en Buenos Aires. De nada
sirvió que la votación del COI tuviese lugar en tierra hermana, Argentina, y
cabe descartar que Evo Morales, presidente boliviano, se hubiese vengado por el
reciente periplo de su avión por el espacio aéreo español.
España ha sido descartada
porque los japoneses eran los mejores y porque Occidente ha de resaltar los
vínculos (comerciales y culturales) que nos unen en las tierras de Sol
Naciente. Es una obviedad creer que la política/economía están al margen del
deporte. No obstante, es preciso recalcar el gran trabajo invertido en Madrid
para la elección como sede olímpica 2020. España ha sabido encajar el golpe con
dignidad, como el que sabe que hay intereses globales y que unos pocos no
tienen capacidad para juzgar los méritos
ajenos, cuando los candidatos son de la magnitud de Estambul, de Tokio o de Madrid.
La única disonancia en la
representación española ha sido la presencia de Ana Botella, de momento
alcaldesa de Madrid, que, como su marido, martirizó el inglés para decir cuatro
lugares comunes.
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